6 aprile 2011. - L’avevo trovato qualche anno fa in un opuscoletto dell’Assolombarda (l’associazione delle imprese della Lombardia) dedicato alle pari opportunità. Un libricino nel quale un gruppo di aziende impegnate nella promozione dei talenti femminili illustrava i propri programmi sul tema. Part time, formazione post maternità, orari flessibili, asili nido aziendali… Il tradizionale bagaglio di strumenti che accompagna questo tipo di dibattito.

Poi, nei piani di una famosa azienda di bellezza, mi ero imbattuta in questa voce:
 

alle otto di sera spegniamo la luce in tutto il palazzo.
 

“Costretti” ad andarsene a casa, insomma.

Negli anni l’opuscoletto l’ho perduto ma quello “spegnere la luce” non l’ho dimenticato mai. Un’idea che mi piace moltissimo. I cui effetti vanno ben oltre la “semplice” possibilità di tenere insieme il lavoro con la famiglia.

Quanti capi tira-tardi abbiamo incontrato nella nostra vita? Quelli che sentono l’impellente bisogno di riunirsi giusto 5 minuti prima del momento di uscire; che “scusa, devo dirti solo una cosa” e ti tengono inchiodata per un’ora?

Un’abitudine tutta italiana per la quale chi vuole fare carriera è come impegnato in una gara a chi resiste più ore in ufficio. Ho conosciuto uomini che rimanevano, soli, in ufficio fino a notte fonda: una persona (più il guardiano notturno) e un intero palazzo perfettamente funzionante (ma ho conosciuto anche uomini che se ne andavano lasciando accesa la luce all’unico scopo di far vedere che “ci sono”).

Su questo blog NancyL e FindingNemo nei commenti a “Mamma, l’assenteista” descrivevano bene come vive una donna “quasi in carriera” le riunioni del venerdì sera e, dunque, rimando a loro per questo fronte.

Ma domando: anche non volendo tenere in considerazione i bisogni personali di chi lavora, per una impresa è efficiente un’organizzazione così?

E sono capi veramente capaci quelli che non sanno programmare e programmarsi? Ancora: ha senso “trascinarsi” in ufficio per ore e ore? Quanto pensiero creativo – la forza e la differenza della società globale – si riesce ad avere chiusi dentro quello che si trasforma in un circolo vizioso?

Fatti i dovuti distinguo (tutte quelle strutture che naturalmente devono stare sempre aperte) penso che sarebbe un bene fissare delle regole:

mai riunioni dopo le cinque del pomeriggio e alle otto di sera (per me, anche prima) tutto spento. E magari per chi sgarra senza giustificazioni plausibili una detrazione nello stipendio. Qualcuno lo fa.

Pensate a quanta energia e a quanto riscaldamento si risparmierebbe. In una città come Milano, dove l’inquinamento è uno dei problemi più sentiti e fa danni, potrebbe persino essere un’idea civica.

Volendo fare un pacchetto di misure davvero utili a donne e uomini che vogliono lavorare e non rinunciare ai propri affetti quali sono secondo voi le misure da adottare? Avete buoni esempi da segnalare perché da voi vissuti?

***

6 abril 2011. - Lo encontré hace unos años en un folleto de Assolombarda (la asociación de empresas de la Región Lombardia) dedicado a la igualdad de oportunidades. Un pequeño libro en el que un grupo de empresas dedicadas a la promoción del talento femenino presentaban sus programas. Tiempo parcial, formación post-parto, horarios flexibles, guarderías empresariales ... el tradicional paquete de prestaciones que acompaña este tipo de debates.

Luego, en los planes de una famosa empresa de belleza famosa, me había encontrado con esta frase: a las ocho de la noche apagamos la luz en todo el edificio.

"Forzados" a ir a casa, en otras palabras.

Con el pasar de los años, perdí el folleto, pero lo de "apagar la luz" no lo he olvidado. Es una idea que me encanta y cuyos efectos van mucho más allá de la "simple" capacidad de conciliar el trabajo con la familia.

¿Cuántos jefes a los que les gusta salir tarde hemos encontrado en nuestras vidas? ¿Aquellos que sienten la imperiosa necesidad de convocar una junta 5 minutos antes de la hora de salida, te dicen "perdón, tengo que decirte sólo una cosa" y te detienen una hora?

Una costumbre muy italiana por la que todos aquellos que quieren hacer carrera se dedican a tratar de resistir el mayor número de horas posibles en la oficina. He conocido a hombres que se quedaban, solos, en la oficina hasta altas horas de la noche: una persona (más el vigilante nocturno) y un edificio totalmente funcional (pero también conocí hombres que se iban, dejando la luz prendida con el único propósito de mostrar "que estaban").

Pero pregunto: aún sin tomar en consideración las necesidades personales de los que trabajan, ¿Es eficiente, para una empresa, una organización con estas características?

¿Y son los líderes verdaderamente capaces los que no saben programar y programarse? Y aún más: ¿Tiene sentido "arrastrarse" en la oficina durante horas y horas? ¿Qué cantidad de ideas creativas - fuerza y diferencia de la sociedad global - se puede lograr encerrados en lo que se convierte en un círculo vicioso?

Una vez aclaradas las distinciones necesarias (todas aquellas empresas y organizaciones que deben, por supuesto, estar siempre abiertas) creo que sería bueno proponer las siguientes reglas:

Nunca juntas después de las cinco de la tarde y —a las ocho de la noche (por mi podrías ser antes)— todo apagado. Y, tal vez, para aquellos que —sin justificaciones razonables— no respetan estos límites una deducción del salario. Algunos lo aplican.

Piensen en cuánta energía y calefacción se ahorraría. En una ciudad como Milán, donde la contaminación es uno de los principales problemas y provoca daños, incluso podría ser una idea cívica.

Si quisiéramos hacer un paquete de medidas para ayudar realmente a las mujeres y los hombres que desean trabajar y no renunciar a su(s) ser(es) querido(s) ¿Cuáles piensan que deban ser las medidas que deben tomarse? ¿Tienen buenos ejemplos para señalar que ustedes hayan vivido personalmente?

 

(maria silvia sacchi / corriere.it / puntodincontro)