5 gennaio 2013 - Una delle tradizioni con cui si inizia l'anno in Messico e che, con il passare del tempo, è diventata sempre più diffusa tra la popolazione, è la riunione per “tagliare la Rosca de Reyes. Ciò che fino a pochi anni fa era un evento di carattere esclusivamente famigliare —svolto, di solito, la sera del 5 gennaio— si è ormai diffuso anche nelle scuole, negli uffici e nei centri di lavoro, dove con amicizia e solidarietà si condivide il dolce tipico di questo periodo.
 

Leonardo da Vinci. L'adorazione dei Magi (dettaglio). 1482.


Sebbene la sua storia abbia avuto origine da celebrazioni precedenti all'era cristiana, la presenza della Rosca sui tavoli è associata con un importante evento religioso: la nascita di Gesù e la sua adorazione da parte dei Re Magi. Questi tre personaggi —secondo le storie bibliche— partirono dall'estremo oriente e si misero in viaggio guidati da una grande stella luminosa fino ad arrivare a Betlemme per rendere omaggio al Messia, portando con sé oro, incenso e mirra da regalare al nuovo Re.

La storia di questo dolce risale, però, al Medioevo, quando i religiosi cristiani trasformarono le antiche feste romane —durante le quali si celebrava l'inizio di un nuovo ciclo annuale dopo il solstizio d'inverno del 21 dicembre— in una commemorazione della nascita di Cristo. Durante tali celebrazioni invernali cominciò a diffondersi l'usanza di preparare, e poi distribuire ai poveri, una ciambella di pasta dolce ovale o rotonda a base di miele, fichi e datteri.

All'interno ci si metteva una fava secca. Chi, fortuitamenmte, la trovava nella sua fetta veniva nominato Re Fava ed aveva diritto a diversi privilegi per alcuni giorni. Questa consuetudine divenne comune in Francia, quasi sempre a favore dei più bisognosi. Nel XVIII secolo il Re Filippo V di Borbone, di origine francese, importò in Spagna l'usanza della preparazione di questi dolci.

Il monarca ne migliorò poi la qualità, trasformandoli in una preparazione decisamente natalizia coperta di frutta candita e dotata, inoltre, di una sorpresa all'interno, per divertire i cortigiani.

La Rosca divenne rapidamente popolare e venne esportata alla Nuova Spagna, dove fu presto collegata con alcuni aspetti della fede cattolica, adottando simbolismi particolari: la forma rotonda (o ovale) del dolce rappresenta la natura di Dio, che non ha inizio né fine; la frutta candita della decorazione raffigura la grazia di Cristo, mentre il piccolo bambolotto di ceramica o di plastica all'interno (che ha sostituito la fava originale) è, naturalmente, un'allegoria di Gesù bambino, l'elemento forse più importante della tradizione.

Secondo il folclore locale, siccome trovare la bambola era motivo di gioia, il fortunato possessore del bambolotto doveva poi condividere la scoperta offrendo una festa il successivo 2 febbraio, che —in base al calendario cattolico— è il giorno della presentazione di Gesù al Tempio di Gerusalemme (Lc 2, 22-39) [1].

Non si sa con precisione quando, in Messico, si è cominciata ad usare la figurina all'interno del dolce, ma è noto che —secondo l'usanza popolare— chi la trovava ne diventava il “padrino”. In quanto tale, uno dei suoi compiti era quello di “vestire il bambino Gesù” e presentarlo in chiesa il 2 febbraio, per poi tornare alla casa in cui era stata tagliata la Rosca e celebrare l'evento con tamales [2] e atole o champurrado.

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[1] Questa data coincide, inoltre, con la celebrazione in onore della Vergine della Candelora, in seguito alla scoperta di una statua, ritenuta miracolosa, trovata in riva al mare nelle Isole Canarie (Spagna) nel 1392, ed è comunemente nota come “el día de la Candelaria” (il giorno della Candelora).

[2] Il tamal (dal Nahuatl tamalli, "avvolto") è il nome generico dato ad un certo numero di piatti mesoamericani indigeni preparati di solito con farina di mais cotta al vapore e avvolta in foglie di pannocchia della stessa pianta o di banana, bijao, maguey, avocado, canak o, più recentemente, anche in fogli di alluminio o di plastica. Normalmente è ripieno di carne, verdure, peperoncino, salse varie, frutta o altri ingredienti. Può essere dolce o salato.

 

(elaviso.com / puntodincontro / adattamento e traduzione all'italiano di massimo barzizza)

 

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5 de enero de 2013 - Una de las tradiciones de principio de año en México que, a través del tiempo, se ha difundido cada vez más entre la población es la reunión para partir la Rosca de Reyes. Lo que hace algunos años era un acontecimiento de carácter exclusivamente familiar —celebrada, por lo general, la noche del 5 de enero en los hogares— ya se ha trasladado también a los centros de trabajo y a las escuelas en donde con camaradería se comparte el dulce típico de estas fechas.
 

Leonardo da Vinci. La adoración de los Magos (detalle). 1482.
 

Si bien su origen se remite a celebraciones paganas, la presencia de la Rosca en las mesas está asociada con uno de los máximos acontecimientos de la religión cristiana, el nacimiento del niño Jesús y su adoración de parte de los llamados Reyes Magos. Esos tres personajes —según los relatos bíblicos— viajaron desde el lejano oriente siguiendo una gran estrella luminosa hasta llegar a Belén para honrar al Mesías, trayendo con ellos oro, incienso y mirra como presentes para el nuevo Rey.

La historia de este pan dulce nos remonta, sin embargo, a la Edad Media, cuando los religiosos transformaron las antiguas fiestas romanas —durante las cuales se celebraba el inicio de un nuevo ciclo anual a partir del solsticio de invierno del 21 de diciembre— en una conmemoración del nacimiento de Cristo. En aquellas celebraciones invernales se comenzaron a elaborar, y a repartir entre los más pobres, unos panes redondos hechos con miel, higos y dátiles.

En su interior se introducía una haba seca. Aquél que fortuitamente la recibiera con su rebanada era nombrado “Rey Haba” y obtenía distintos privilegios durante varios días. La costumbre se afianzó plenamente en Francia, para  favorecer casi siempre a los más necesitados. El rey Felipe V, de origen francés, importó a España en el siglo XVIII la costumbre de la preparación de estos panes.

El monarca, sin embargo, los “ennobleció”, transformándolos en una rosca navideña cubierta de frutas glaseadas, dotada además de alguna sorpresa en su interior, para mayor diversión de los cortesanos.

La rosca muy pronto se popularizó y llegó a la Nueva España, donde se asoció directamente con los motivos de la fe católica cobrando un especial simbolismo: la forma redonda (u ovalada) del pan representa la naturaleza de Dios, que no tiene principio ni fin; las frutas dulces de la decoración manifiestan la gracia de Cristo y el muñequito escondido es, naturalmente, una alegoría del niño Jesús, la figura más preciada.

La tradición indicaba que —dado que encontrar el muñequito era motivo de gozo— el afortunado debía compartir el hallazgo con una fiesta el siguiente 2 de febrero, día —según el calendario católico— de la presentación del niño Jesús en el Templo de Jerusalén (Lc 2;22-39) [1].

No existen datos precisos sobre la época en que se incorporó en México el uso de la figurita, sin embargo —según la costumbre popular— quien la hallaba se convertía en su “padrino”. Como tal, una de sus obligaciones era “vestir al niño Dios” y presentarlo en la iglesia, el 2 de febrero, para después regresarlo a la casa donde se había partido la rosca y festejar el acontecimiento ofreciendo tamales [2] con atole o champurrado.

El gusto por esta fiesta motivó nuevas variantes, siempre con la idea de hacerla más divertida. En algunos casos, por ejemplo, se acostumbraba esconder un anillo dentro del pan, que significaba boda próxima para el (la) que lo hallara. También solía colocarse un dedal, que pronosticaba, por el contrario, una larga soltería.

Otra modalidad era nombrar “rey (o reina) de la fiesta” a quien hubiera encontrado el muñequito. En ese caso, el afortunado podía escoger a una reina (o a un rey), con quien asumiría el irrevocable compromiso de servir los tamales el 2 de febrero siguiente.

Hoy en día esta celebración —que en México es generalizada y tiene lugar el 6 de enero— se ha convertido en uno de los momentos de celebración más tradicionales del año y no culmina sino hasta el día de la Candelaria, con una tamaliza invitada por todos y cada uno de ‘los padrinos”.

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[1] Esta fecha coincide, además, con la celebración en honor de la Virgen de la Candelaria —advocación mariana aparecida en Tenerife (Islas Canarias) a finales del siglo XIV— por lo que es comunmente conocida como “el día de la Candelaria”.

[2] El tamal (del náhuatl tamalli, “envuelto”) es el nombre genérico dado a varios platillos americanos de origen indígena preparados generalmente con harina de maíz cocida al vapor, envuelta en hojas de la mazorca de la misma planta de maíz o de plátano, bijao, maguey, aguacate, canak e incluso papel aluminio o plástico. Lleva relleno, el cual puede contener carne, vegetales, chiles, frutas, salsa u otros ingredientes. Además pueden tener sabor dulce o salado.

 

(elaviso.com / puntodincontro / adaptación y traducción al italiano de massimo barzizza)