19 de enero
de 2014 -
Gobernantes, sacerdotes y algunos guerreros
de ciertos rangos del pueblo mexica
practicaban el canibalismo en rituales de
carácter religioso, reveló un estudio
realizado a fragmentos de huesos humanos que
presentaban marcas de corte y exposición
prolongada al fuego.
De acuerdo al arqueólogo Gabino López Arenas
del Instituto Nacional de Antropología e
Historia (INAH), que la evidencia
osteológica encontrada dentro del área que
abarcaba el Recinto Sagrado de Tenochtitlan,
permite proponer que los individuos fueron
decapitados y desmembrados, la mayoría
cuando aún poseían tejidos blandos.
Agregó que el estudio derivado de la tesis
“Decapitación y desmembramiento en rituales
del recinto ceremonial de Tenochtitlan: una
interpretación de su simbolismo”, «se observó
que las víctimas inmediatamente después de
ser inmoladas se les descarnaba, ya que una
gran cantidad de partes óseas presentaba
cortes o alteraciones que fueron hechos en
hueso fresco y huellas de que estuvieron
expuestos directamente al fuego».
Destacó además, que la práctica de
antropofagia tenía como propósito, «absorber
la fuerza divina que albergaba el cuerpo de
los sacrificados. Para los mexicas, las
víctimas humanas eran la encarnación de los
dioses a los que representaban, y al comer
su carne, practicaban una especie de
comunión con la divinidad».
Por otra parte, informó que la carne de los
sacrificados sólo era ingerida en ciertas
ceremonias y por individuos de alto rango
social, destacando que nunca fue practicado
como un alimento habitual.
Las piernas y los brazos eran las partes más
apreciadas y las que con mayor frecuencia se
comían, por otra parte, las manos y los pies
eran consumidos exclusivamente por el gran
sacerdote y el gobernante, mientras que la
sangre era dedicada a los dioses.
Estos rituales se realizaban en fechas
determinadas. Por ejemplo, en las fiestas
del primer mes atlacahualo del año en
el calendario mexica sacrificaban niños en
honor de los dioses del agua o de la lluvia,
y después de muertos los cocían y comían.
Mientras que en el mes tlacaxipehualiztli,
a los que sacrificaban en el templo de
Huitzilopochtli los devoraban en la casa del
guerrero que los capturó. «Cocían la carne y
daban a cada comensal un pedazo en una
escudilla o cajete», indicó el INAH.
(excelsior / puntodincontro.mx / adaptación
y traducción al italiano
de massimo
barzizza)
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