4 de septiembre de 2015
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México es el mayor consumidor mundial de
agua embotellada, con cerca de 255 litros
por persona al año, según la International
Bottled Water Association. Esta cifra
incluye, probablemente, también las
preparaciones endulzadas y/o de sabores, una
verdadera “necesidad” en los hábitos
alimenticios de los habitantes de este país,
donde el consumo de agua “natural” (sin
sabor) es prácticamente inexistente.
Además de los aspectos de carácter puramente
cultural sumamente arraigados, la principal
razón para estos altos niveles en el país de
los Aztecas es la falta de confianza en la
pureza del agua proveniente de la red
pública, debido a ineficiencias en los
sistemas de distribución de agua “potable”,
según una investigación realizada por la
UNAM . Otros factores relacionados con el
alto consumo de agua producida
comercialmente están relacionados con las
campañas sobre la mala calidad de la oferta
municipal, promovidas por las empresas
embotelladoras.
Tras el devastador terremoto de 1985 en la
Ciudad de México —del cual el próximo 19 de
septiembre se conmemora el 30° aniversario y
que, según algunas estimaciones, causó la
muerte de más de 10 mil personas—, algunos
conductos subterráneos resultaron dañados,
lo cual provocó a su vez la contaminación
del sistema hídrico, que en algunos casos
llegó a estar en contacto con aguas
residuales. Pero incluso después de las
reparaciones posteriores, los mexicanos
siguieron comprando agua embotellada.
Desde entonces, México ha incrementado su
consumo per cápita de manera constante, una
tendencia que lo ha llevado al primer lugar
mundial. Se estima que actualmente el
mexicano promedio gasta cerca de 432 pesos
al mes en bebidas embotelladas, una cifra
extremadamente elevada para un país con un
salario mínimo mensual de 2,100 pesos.
Al otro lado del Atlántico, Italia es —según
la agencia Censis— el país europeo con el
mayor consumo per cápita de agua envasada, y
el segundo a nivel global, precisamente
después de México. En el país de la bota,
sin embargo, siempre se trata de productos
100% “naturales”: agua pura, a lo sumo con
gas, pero sin azúcar ni sabores
artificiales.
61,8% de las familias italianas compran agua
mineral y el consumo promedio es de 192
litros por persona al año. En promedio cada
familia italiana gasta 234 euros al año en
agua embotellada.
También en Italia, la razón fundamental que
empuja a la población a recurrir al agua
mineral es una fuerte inclinación a mantener
las costumbres —una característica evidente
de la tradición gastronómica de esa
península mediterránea— además de la presión
ejercida por las implacables campañas de
publicidad.
Las razones racionales son, sin embargo,
poco claras: analizando algunos aspectos
químicos, sociales y ambientales del consumo
de agua embotellada, se puede concluir que
el agua mineral brota pura, se somete a
análisis de control una vez al año, se
embotella y se transporta por kilómetros en
camiones y recibe una fuerte promoción como
milagrosa para obtener y mantener un cuerpo
sano y delgado. El agua de la llave —que no
es promovida comercialmente— se somete a
controles químicos 4 veces más
frecuentemente que la embotellada, su
contenido de sales y otras sustancias es
adecuado a las necesidades de salud de los
consumidores, cuesta muy poco y tiene un
impacto ambiental reducido.
(massimo barzizza / puntodincontro.mx)
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