9 de septiembre de 2018
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«Es como una pequeña encíclica», dijo el Papa al
despedirse del director de Il Sole 24 Ore, Guido
Gentili, al final de una larga entrevista
publicada ayer en dos páginas por periódico de
economía y finanzas de Confindustria.
Puntodincontro recibió de la oficina de prensa
de Il Sole la versión completa en italiano y
español de la conversación, misma que
reproducimos a continuación.
***
Su Santidad, un antiguo proverbio africano
afirma: “Si quieres ir rápido, camina solo, si
quieres llegar lejos, ve acompañado”. Todos
nosotros sabemos que las nuevas herramientas de
la innovación tecnológica contribuyen a aumentar
la velocidad de la comunicación –también entre
las personas– y de la economía. Pero las crisis
profundas que sobrevinieron, junto con una
incertidumbre duradera y difusa, parecen haber
limitado y ofuscado nuestros horizontes. En Gran
Bretaña, nada menos, nació un ministerio que se
ocupa de la “soledad”. ¿Haría suyo este
proverbio?
Este
proverbio expresa una verdad; el individuo puede
obrar bien y correctamente, pero el crecimiento
siempre es el resultado del compromiso de cada
uno a favor del bien de la comunidad. De hecho,
las capacidades individuales no pueden
manifestarse fuera de un ambiente comunitario
favorable, ya que no se puede pensar que el
resultado logrado sea simplemente la suma de las
capacidades de cada uno. Digo esto no para
mortificar a los individuos ni para desconocer
los talentos de cada uno, sino para ayudarnos a
recordar que nadie puede vivir aislado de los
demás o de forma independiente. La vida social
no está compuesta por la suma de las
individualidades, sino por el crecimiento de un
pueblo.
¿Cómo se llega a ser “inclusivos”?
El
primer paso para ser inclusivos es considerar la
humanidad como una única familia. Estamos
llamados a vivir juntos y a dar cabida para
acoger la colaboración de todos. Si miramos a
nuestro alrededor con el corazón abierto, no
podemos dejar de notar las muchas, muchísimas
historias preciosas de apoyo, cercanía,
atención, gestos de gratuidad y tocamos con la
mano que la solidaridad se propaga cada vez más.
Si la comunidad en la que vivimos es nuestra
familia, se hace cada vez más fácil evitar la
rivalidad para abrazar la ayuda mutua. Como
sucede con nuestras familias de origen, donde el
crecimiento verdadero, el que no crea personas
excluidas o descartadas, es el resultado de las
relaciones sostenidas por la ternura y la
misericordia, no por el afán de éxito y por la
exclusión estratégica de quien nos rodea. La
ciencia, la técnica, el progreso tecnológico
pueden acelerar las acciones, pero el corazón es
exclusivo de la persona para brindar un
suplemento de amor en las relaciones y en las
instituciones.
No tener un proyecto compartido sobre la
reducción de las desigualdades en un sistema
cada vez más globalizado puede determinar lo que
Usted llama “la economía del descarte”, donde
las mismas personas se convierten en
“descartes”. En el último documento (“Oeconomicae
et pecuniariae quaestiones - Consideraciones
para un discernimiento ético sobre algunos
aspectos del actual sistema económico y
financiero”) la Santa Sede afirma que la
economía “necesita una ética amiga de la persona
para su correcto funcionamiento”. ¿Nos puede
explicar este concepto?
Ante
todo una aclaración sobre la idea de los
descartes. Como he escrito en el Evangelii
Gaudium: no se trata simplemente del fenómeno
conocido como acción de explotación y opresión,
sino de un nuevo fenómeno propiamente dicho. Con
la acción de exclusión quedan afectados en su
misma raíz los vínculos de pertenencia a la
sociedad en la que se vive, pues en ella ya no
quedamos simplemente relegados en los bajos
fondos de la existencia, en las periferias, o
despojados de cada poder, sino que nos expulsan.
Los excluidos no son explotados, sino
completamente desechados, o sea, se consideran
desechos, sobrantes y se expulsan de la
sociedad. No podemos ignorar que una economía
estructurada de esta forma es destructora,
porque pone el dinero al centro y obedece solo a
él: cuando la persona ya no ocupa la
centralidad, cuando ganar dinero se convierte en
el principal y único objetivo, nos colocamos
fuera de la ética y se construyen estructuras de
pobreza, esclavitud y descartes.
¿Quiere decir que vivimos en un contexto de
valores enemigo de la persona?
Tenemos una ética no amiga de la persona cuando,
casi con indiferencia, no somos capaces de
escuchar y probar compasión ante el grito de
dolor de los demás, no lloramos frente a los
dramas que destruyen la vida de nuestros
hermanos ni tampoco los cuidamos, como si no
fuera también nuestra responsabilidad, lejana de
nuestras competencias. Una ética amiga de la
persona se convierte en un fuerte estímulo para
la conversión. Necesitamos conversión. Falta la
conciencia de un origen común, de pertenecer a
una raíz común de humanidad y a un futuro para
construir juntos. Esta conciencia de base
permitiría el desarrollo de nuevas convicciones,
nuevas actitudes y estilos de vida. Una ética
amiga de la persona tiende a superar la
distinción rígida entre las realidades que
apuestan por las ganancias y aquellas orientadas
no al mecanismo exclusivo de los beneficios,
dejando un amplio espacio a las actividades que
constituyen y amplían el denominado tercer
sector. Sin desestimar la importancia y la
utilidad económica y social de las formas
históricas y consolidadas de empresa, estas
realidades hacen evolucionar el sistema hacia
una asunción más clara y completa de las
responsabilidades de los sujetos económicos. De
hecho, es la misma diversidad de las formas
institucionales de empresa que genera un mercado
más civil y, al mismo tiempo, más competitivo.
En el mismo documento en el que se explicita el
mensaje para que la actividad financiera esté al
servicio de la economía real, y no viceversa,
impacta el llamado a las escuelas donde se
forman los directivos y los empresarios
industriales del futuro, para que puedan
comprender que los modelos económicos que
persiguen solo resultados cuantitativos no serán
capaces de conservar desarrollo y paz con el
paso del tiempo. ¿Significa que los directivos
deberían ser capacitados y luego evaluados,
también en base a parámetros diferentes de los
actuales? ¿Cuáles?
Me
parece importante observar que ninguna actividad
se desarrolla de forma casual o autónoma. Detrás
de cada actividad hay una persona humana. Puede
quedar anónima, pero no existe actividad que no
se origine en el hombre. La centralidad actual
de la actividad financiera respecto a la
economía real no es casual: detrás de esto se
anida la decisión de alguien que piensa,
equivocándose, que el dinero produce dinero. El
dinero, el de verdad, se hace con el trabajo. El
trabajo otorga dignidad al hombre, no el dinero.
El desempleo que afecta a varios países europeos
es la consecuencia de un sistema económico que
ya no es capaz de crear trabajo, porque en el
centro colocó a un ídolo que se llama dinero. Y
añado, pensado a los trabajadores encontrados en
Cerdeña: la esperanza es como las brasas debajo
de la ceniza, ayudémonos con la solidaridad
soplando sobre las cenizas, la esperanza, que no
es un simple optimismo, nos hace salir adelante,
todos tenemos que sostener la esperanza, es
nuestra, es algo de todos, por eso digo a menudo
a los jóvenes que no se dejen robar la
esperanza. También tenemos que ser astutos,
porque el Señor nos hace entender que los ídolos
son más sagaces que nosotros, nos invita a tener
la astucia de la serpiente con la bondad de la
paloma.
¿Astucia y bondad para luchar contra el
ídolo-dinero? ¿Cómo se hace?
En
este momento, el centro de nuestro sistema
económico está ocupado por un ídolo, y esto no
es positivo: luchemos todos juntos para que el
centro esté ocupado más bien por la familia y
las personas, y se pueda salir adelante sin
perder la esperanza. La distribución y la
participación en la riqueza producida, el
establecimiento de la empresa en un territorio,
la responsabilidad social, el bienestar
empresarial, la igualdad de trato en materia de
retribución entre hombres y mujeres, la
armonización de los tiempos dedicados al trabajo
y a la vida, el respeto del medio ambiente, el
reconocimiento de la importancia del hombre
respecto a la máquina, el reconocimiento del
salario justo y la capacidad de innovación son
elementos importantes que mantienen viva la
dimensión comunitaria de una empresa. Perseguir
un desarrollo integral requiere la atención
hacia los temas que he apenas especificado.
¿Qué hace bien a la empresa?
El
modo de pensar de la empresa influye
notablemente en las decisiones de su
organización, producción y distribución. Se
puede decir que actuar bien respetando la
dignidad de las personas y persiguiendo el bien
común hace bien a la empresa. Existe siempre una
correlación entre la acción del hombre y de la
empresa, la acción del hombre y el futuro de una
empresa. Recuerdo al Beato Pablo VI que tendré
la satisfacción de proclamar santo el próximo 14
de octubre, que en la encíclica Populorum
progressio escribía: «El desarrollo no se reduce
al simple crecimiento económico. Para ser
auténtico, debe ser integral, es decir, promover
a todos los hombres y a todo el hombre. Con gran
exactitud ha subrayado un eminente experto:
“nosotros no aceptamos la separación de la
economía de lo humano, el desarrollo de la
civilización en que está inscrito. Lo que cuenta
para nosotros es el hombre, cada hombre, cada
agrupación de hombres, hasta la humanidad
entera”».
El reciente documento vaticano de análisis del
sistema económico que ya mencioné, observa
principalmente que “ese potente propulsor de la
economía que son los mercados es incapaz de
regularse por sí mismo: de hecho, estos no son
capaces de generar los fundamentos que les
permitan funcionar regularmente (cohesión
social, honestidad, confianza, seguridad,
leyes…) ni de corregir los efectos externos
negativos para la sociedad humana
(desigualdades, asimetrías, degradación
ambiental, inseguridad social, fraudes..)”.
¿Quiere decir que la economía no puede bastar a
sí misma y, en un cierto modo, necesita ser
“salvada” ella misma? ¿Cuáles son, a su parecer,
los límites “justos” de las ganancias?
La
actividad económica no se refiere únicamente a
las ganancias, sino que incluye relaciones y
significados. El mundo económico, si no se
reduce a una mera cuestión técnica, no sólo
contiene el conocimiento del cómo (representado
por las competencias) sino también del porqué
(representado por los significados). Por lo
tanto, una sana economía nunca está desvinculada
del significado de lo que se produce y la acción
económica es siempre también un hecho ético.
Mantener unidas acciones y responsabilidades,
justicia y provecho, producción de riqueza y su
redistribución, operatividad y respeto del
ambiente con el tiempo se convierten en
elementos que garantizan la vida de la empresa.
Desde este punto de vista, el significado de la
empresa se amplía y hace comprender que
perseguir únicamente el beneficio ya no
garantiza la existencia de la empresa. Además de
estas cuestiones vinculadas directamente con la
empresa, tenemos que dejarnos interpelar por lo
que nos rodea. Ya no es posible que los
operadores económicos no escuchen el grito de
los pobres. Una vez más, Pablo VI –y deseo
citarlo integralmente por su importancia–
afirmaba en la Populorum progressio que «la
regla del libre cambio no puede seguir rigiendo
ella sola las relaciones internacionales. Sus
ventajas son sin duda evidentes cuando las
partes no se encuentran en condiciones demasiado
desiguales de potencia económica: es un estímulo
de progreso y recompensa el esfuerzo. Por eso
los países industrialmente desarrollados ven
ella una ley de justicia. Pero ya no es lo mismo
cuando las condiciones son demasiado desiguales
de país a país: los precios que se forman
“libremente” en el mercado pueden llevar consigo
resultados no equitativos. Es importante
reconocerlo: es el principio fundamental del
liberalismo, como regla de los intercambios
comerciales, el que está aquí en litigio».
La
enseñanza de León XIII en la “Rerum novarum”
conserva su validez: el consentimiento de las
partes, si están en situaciones demasiado
desiguales, no basta para garantizar la justicia
del contrato, y la regla del libre
consentimiento queda subordinada a las
exigencias del derecho natural. Lo que era
verdadero acerca del justo salario individual
–escribía todavía mi venerado predecesor Pablo
VI– lo es también respecto a los contratos
internacionales: una economía de intercambio no
puede seguir descansando sobre la sola ley de la
libre concurrencia, que engendra también
demasiado a menudo una dictadura económica. El
libre intercambio solo es equitativo si está
sometido a las exigencias de la justicia
social”».
El “Sole 24 Ore” –como Radio 24 y la Agencia
Radiocor Plus– es el diario de la Confindustria,
es decir, la organización de los empresarios
italianos que representa 160 mil compañías, en
su mayoría pequeñas y medianas. Los industriales
italianos combaten por una sociedad abierta e
inclusiva. A su parecer ¿qué necesita un
empresario para ser un “creador” de valor para
su empresa y para los demás, a partir de la
comunidad en la que vive y trabaja?
De la
lectura de los evangelios se desprende también
que Jesús demuestra gran simpatía (pensemos a la
parábola de los cinco talentos) por los
empresarios que asumen un riesgo.
Recuerdo el encuentro que tuve con la Asociación
en febrero de 2016. Recuerdo muchos rostros que
transmitían pasión y proyectos, fatiga y
genialidad. Decía que creo que es muy importante
la atención por la persona concreta que
significa dar a cada uno lo suyo, liberando a
las madres y padres de familia de la angustia de
no poder dar un futuro y ni siquiera un presente
a sus hijos. Significa saber dirigir pero
también saber escuchar, compartiendo proyectos e
ideas con humildad y confianza. Significa hacer
de todo para que el trabajo cree otro trabajo,
la responsabilidad cree otra responsabilidad, la
esperanza cree otra esperanza, sobre todo para
las jóvenes generaciones, que hoy lo necesitan
más que nunca. Creo que sea muy importante
trabajar juntos para construir el bien común y
un nuevo humanismo del trabajo, promover un
trabajo que respete la dignidad de la persona,
que no apuesta únicamente por el beneficio o las
exigencias productivas, sino que promueve una
vida digna, sabiendo que el bien de las personas
y el bien de la empresa van de la mano.
Contribuyamos a desarrollar la solidaridad y a
realizar un nuevo orden económico que no genere
otros descartes, enriqueciendo la acción
económica con la atención hacia los pobres y la
reducción de las desigualdades. Necesitamos
valentía y creatividad genial.
El trabajo, que aun cuando falta representa una
emergencia intolerable, personal y social, a
menudo se percibe como una especie de condena
diaria, una rutina insoportable. ¿Puede
indicarnos, por ejemplo, dos razones por las que
no lo es o, al menos, no lo debe ser, y cómo
pueden organizarse las empresas para evitar que
no lo sea, contribuyendo con esto también al
éxito de dichas empresas y a la prosperidad de
la sociedad?
La
idea de que el trabajo sea solo cansancio es
bastante común, pero todos experimentan que no
tener trabajo es mucho peor que trabajar.
¡Cuántas veces he recogido las lágrimas de
desesperación de padres y madres que perdieron
el trabajo! Trabajar hace bien porque es parte
de la dignidad de la persona, de su capacidad de
asumir la responsabilidad ante uno mismo y ante
los demás. Es mejor trabajar que vivir en el
ocio. El trabajo da satisfacción, crea las
condiciones para la programación personal.
Ganarse el pan es un motivo de orgullo
importante; sin dudas, representa también una
fatiga pero nos ayuda a conservar un sano
sentido de la realidad y educa a afrontar la
vida. La persona que mantiene a sí misma y a su
familia con su trabajo desarrolla su dignidad;
el trabajo crea dignidad, los subsidios que no
tengan el objetivo preciso de crear trabajo y
ocupación, crean dependencia y reducen la
responsabilidad. Además, trabajar tiene un
elevado significado espiritual ya que es el modo
con el que damos continuidad a la creación,
respetándola y cuidándola.
¿Cuál es la aportación que Usted pide a las
empresas?
Las
empresas pueden contribuir notablemente a
conservar la dignidad del trabajo, reconociendo
que el hombre es el recurso más importante de
cada empresa, obrando para construir el bien
común, dedicando atención a los pobres. Sé que
muchas empresas dedican amplio espacio a la
formación. Estoy convencido que sería muy
provechoso para la empresa completar la
formación técnica con una formación a los
valores: solidaridad, ética, justicia, dignidad,
sostenibilidad, cuyos significados son
contenidos que enriquecen el pensamiento y la
capacidad operativa.
El mundo globalizado, en un cierto modo, redujo
sus dimensiones, ahora hemos alcanzado los
límites de lo que Usted llama nuestra casa
común, es decir el planeta Tierra, tanto que se
está pensando a la colonización de nuevos
planetas. La ecología y un mundo sostenible son
su gran preocupación y los grandes agentes
económicos internacionales que se dedican a la
producción de energía, partiendo de la compañía
italiana Eni, anunciaron cambios radicales
orientados a las actividades “verdes”. ¿Cree que
se está haciendo bastante desde este punto de
vista?
Todavía hay mucho por hacer para reducir
aquellas conductas y acciones que no respetan el
medio ambiente y la tierra. Estamos pagando el
precio de una explotación de la tierra que dura
desde hace muchos años. Lamentablemente, hasta
el día de hoy, el hombre no actúa como custodio
de la tierra sino como un tirano explotador.
Pero hay señales de nueva atención hacia el
ambiente; es una mentalidad compartida
gradualmente por un número cada vez mayor de
países. Es un recorrido que necesita un cuidado
especial porque es necesario pasar de una
descripción de los síntomas, al reconocimiento
de la raíz humana de la crisis ecológica, de la
atención por el ambiente a una ecología
integral, de una idea de omnipotencia a la
conciencia de la exigüidad de los recursos. El
punto focal es que hablar del ambiente siempre
significa hablar también del hombre: la
degradación ambiental y la degradación humana
van de la mano. Más bien, las consecuencias de
la violación de la Creación a menudo se hacen
pagar solo a los pobres. El desarrollo de la
dimensión ecológica necesita la convergencia de
varias acciones: políticas, culturales, sociales
y productivas. En especial, la formación de una
nueva conciencia ecológica necesita nuevos
estilos de vida para construir un futuro
armonioso, promover un desarrollo integral,
reducir las desigualdades, descubrir los
vínculos entre las criaturas, abandonar el
consumismo.
¿Quiere decir que es necesario cambiar modelo de
producción?
Como
escribía en la encíclica Laudato si' estos
problemas están íntimamente vinculados con la
cultura del descarte, que afecta tanto a los
seres humanos excluidos como a las cosas que se
transforman rápidamente en desechos. Pensemos,
por ejemplo, a nuestro sistema industrial, que
al final del ciclo de producción y consumo no ha
desarrollado la capacidad de absorber y
reutilizar los desechos y las escorias. Todavía
no se ha logrado adoptar un modelo de producción
que asegure recursos para todos y para las
generaciones futuras, y que requiere la máxima
limitación del uso de los recursos no
renovables, moderar el consumo, maximizar la
eficiencia de la explotación, reutilizar y
reciclar. Afrontar esta cuestión sería un modo
para contrastar la cultura del descarte que
termina por dañar el planeta en su totalidad.
Tenemos que admitir que todavía queda mucho por
hacer en esta dirección.
Los migrantes que se desplazan de un continente
al otro huyendo de las guerras o en busca de
condiciones para vivir y sobrevivir son algunos
de los “descartados” de la tierra. En un período
histórico en el que las fronteras (incluso las
comerciales) se cierran y prevalecen los
nacionalismos en una Europa cansada y dividida,
¿Usted no se siente un poco como un Moisés
contemporáneo que abre el paso, abre las puertas
para todos los pueblos y las personas, empezando
por los más pobres? Hay quien piensa que esta no
es la misión del sucesor de Pedro. ¿Por qué cree
que lo sea? ¿Qué necesita esta Europa para
confluir en un camino común y avanzar juntos
ofreciendo una respuesta a las preocupaciones de
sus ciudadanos?
Hoy
en día los migrantes representan un gran reto
para todos. Los pobres que se desplazan infunden
temor especialmente a los pueblos que viven en
una condición de bienestar. Sin embargo, no
existe futuro pacífico para la humanidad si no
se pone en práctica la hospitalidad de la
diversidad, la solidaridad, pensando a la
humanidad como a una sola familia. Para un
cristiano es natural reconocer a Jesús en cada
persona. Cristo mismo nos pide acoger a nuestros
hermanos y hermanas migrantes y refugiados con
los brazos bien abiertos, quizás adhiriendo a la
iniciativa que lancé en septiembre del año
pasado. Share the Journey – Comparte el viaje.
De hecho, el viaje se divide en dos: los que
llegan a nuestra tierra, y nosotros que vamos
hacia el corazón de quienes arriban para
comprenderlos, entender su cultura, su lengua,
sin desatender el contexto actual.
Esto
sería un signo claro de un mundo y de una
Iglesia que intenta ser abierta, inclusiva y
acogedora, una Iglesia Madre que abraza a todos
compartiendo un viaje en común. Como afirmé
anteriormente, no olvidemos que la esperanza
representa el impulso en el corazón de quien
parte dejando su casa, su tierra, a veces
familiares y parientes, para ir en busca de una
vida mejor, más digna para sí mismo y para sus
seres queridos. Y es también el impulso en el
corazón de quien acoge: el deseo de encontrarse,
de conocerse, de dialogar… La esperanza es el
estímulo para “compartir el viaje” de la vida,
¡no tenemos miedo de compartir el viaje! No
tenemos miedo de compartir la esperanza. La
esperanza no es virtud para gente con el
estómago lleno y por ello los pobres son los
primeros portadores de esperanza y son los
protagonistas de la historia.
¿Cómo debe actuar Europa en la práctica?
Europa necesita esperanza y futuro. La apertura
hacia los nuevos desafíos de las migraciones,
impulsados por el viento de la esperanza, puede
ayudar a construir un mundo en el que no se
habla únicamente de números o instituciones,
sino de personas. Entre los migrantes, como dice
Usted, hay personas que buscan “condiciones para
vivir o sobrevivir”. Para estas personas que
huyen de la miseria y del hambre, muchos
empresarios y un amplio número de instituciones
europeas a las que no faltan genialidad y
valentía, podrán emprender objetivos de
inversión en formación, en sus países, de la
escuela al desarrollo de auténticos sistemas
culturales y, sobre todo, de trabajo. La
inversión en trabajo significa acompañar la
adquisición de competencias y el inicio de un
desarrollo que pueda convertirse en un bien para
los países todavía pobres, ofreciendo a esas
personas la dignidad del trabajo y a su país la
capacidad de entrelazar vínculos sociales
positivos capaces de construir sociedades justas
y democráticas.
El Vaticano está en Italia y Usted es el obispo
de Roma. Pero el pueblo italiano ha reservado
gran aprobación a las fuerzas políticas
“populistas” que no comparten la apertura de las
puertas del país a los migrantes. ¿Cómo vive
esta dicotomía entre rebaño y Pastor?
Las
respuestas a los pedidos de ayuda, aun si
generosas, quizás no fueron suficientes, y hoy
día nos encontramos a tener que llorar miles de
muertos. Hubo demasiados silencios. El silencio
del sentido común, el silencio de “siempre se
hizo así”, el silencio de “nosotros” siempre en
contraposición con “ellos”. El Señor promete
consuelo y liberación a todos los oprimidos del
mundo, pero necesita de nosotros para que su
promesa sea eficaz. Necesita nuestros ojos para
ver las necesidades de los hermanos y hermanas.
Necesita nuestras manos para socorrer. Necesita
nuestra voz para denunciar las injusticias
cometidas en el silencio, algunas veces
cómplice, de muchas personas. Sobre todo, el
Señor necesita nuestro corazón para manifestar
el amor misericordioso de Dios hacia los últimos
de la tierra, los repudiados, los abandonados,
los emarginados.
¿En qué modo se puede concretar un itinerario de
integración capaz de superar las preocupaciones
y las inquietudes, que son reales?
No
dejemos de ser testigos de esperanza, ampliemos
nuestros horizontes sin agotarnos por la
preocupación del presente. Así como es necesario
que los migrantes respeten la cultura y las
leyes del país que los acoge para emprender
conjuntamente un camino de integración y para
superar todos las preocupaciones e inquietudes.
Encomiendo esta responsabilidad también a la
prudencia de los jóvenes, para que identifiquen
modalidades compartidas que ofrezcan una acogida
digna a los numerosos hermanos y hermanas que
invocan ayuda. Se puede recibir un cierto número
de personas sin descuidar los objetivos de
integración y organización digna de su modo de
vivir.
Es
necesario hacer atención a los tráficos
ilícitos, sabiendo por cierto que la
hospitalidad no es fácil. Recuerdo aquí lo que
escribía este año en el Mensaje para la Jornada
Mundial de la Paz: cuatro piedras angulares para
la acción que amo expresar a través de los
verbos «acoger, proteger, promover e integrar»,
y remarco el proceso que, durante todo el año
2018, llevará a la definición y aprobación por
parte de las Naciones Unidas de dos pactos
mundiales: uno, para una migración segura,
ordenada y regulada, y otro, sobre refugiados.
Estos pactos constituirán un marco de referencia
para desarrollar propuestas políticas y poner en
práctica medidas concretas. Por esta razón es
importante que nuestros proyectos y propuestas
estén inspirados por la compasión, la visión de
futuro y la valentía, con el fin de aprovechar
cualquier ocasión que permita avanzar en la
construcción de la paz: sólo así el necesario
realismo de la política internacional no se verá
derrotado por el cinismo y la globalización de
la indiferencia.
(guido gentili / ilsole24ore / adaptación de
massimo barzizza y traducción al español para
ilsole24ore de graziella filipuzzi)
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