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En Pompeya encuentran el último fugitivo.

 

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29 de mayo de 2018 - Tuvo una muerte horrible, embestido por la ardiente furia del Vesubio, que le aventó, decapitándolo, una piedra de 300 kilos.

Las excavaciones recientemente iniciadas en Pompeya han devuelto una nueva víctima, un hombre de 35 años con una pierna enferma que, tal vez debido a su discapacidad, se tardó en huir. Un descubrimiento «dramático y excepcional», comentó el Director General del Parque Arqueológico, Massimo Osanna.

El hallazgo tuvo lugar en la Regio V, justo en la esquina del Vicolo dei Balconi (la calle que el equipo del Parque Arqueológico de Pompeya trajo a la luz hace poco más de una semana) y el callejón de las Bodas de Plata (il vicolo delle Nozze d'Argento). «Lo encontramos en un sitio donde tal vez había una fuente» —explicó Osanna— «un tramo de la calle que todavía estaba cubierto por una espesa capa piroclástica». A lo largo de los siglos, la tierra se había derrumbado parcialmente por lo que no había sido posible reconstruir las características de la víctima utilizando la técnica del molde de yeso.

Fue posible, sin embargo, llevar a cabo algunos moldeos alrededor del esqueleto. Sirvieron para comprender cuán dramáticos debieron haber sido los últimos momentos de este hombre, que se vio envuelto en la nube piroclástica —en la práctica una avalancha de fuego— «que arrastraba consigo escombros, pedazos de hierro, ramas y restos de pavimento».

Seguramente, reconstruyen los expertos, el pobre individuo debe haberse demorado. La tibia, según lo anotado por la antropóloga Valeria Amoretti, presenta rastros —aún evidentes después de dos mil años— de una dolorosa infección ósea que con toda seguridad dificultó la huida.

Cuando finalmente se decidió a escapar, la situación se había precipitado. La lluvia de ceniza había desfondado los tejados, causando el colapso de las casas. El callejón estaba cubierto por dos metros de brasas.

El pobre fugitivo cojo debe haber intentado desesperadamente. Pero no llegó muy lejos: unos pasos detrás de él debe haber escuchado un ruido sordo y tremendo. Quién sabe, tal vez no pudo resistir la tentación de voltear a ver. No hubo escapatoria. La nube incandescente lo envolvió y una gran roca lo embistió, golpeándolo en el pecho.

Los arqueólogos lo encontraron acostado en el suelo boca arriba, con la roca cubriéndole los hombros, los brazos y la parte superior del tórax.

Serán los análisis de laboratorio, con exámenes sistemáticos de los huesos y del ADN, los que reconstruirán con más detalle lo sucedido. Sin embargo, subraya Osanna, el del fugitivo es «un descubrimiento que agregará un nuevo importante elemento a la historia de Pompeya».

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(ansa.it / puntodincontro / adaptación y traducción al español de massimo barzizza)