Machu Picchu, 100 anni

Nel luglio 1911 Hiram Bingham "scopriva" il sito incaico
incastonato tra due montagne.


7 luglio 2011. - Cent'anni da magnifico oggetto misterioso, arroccato nelle montagne andine. E' bella da commuovere anche vista solo in fotografia, Machu Picchu, la città "segreta" incaica, simbolo assoluto della cultura precolombiana, tanto che la sua vista coincide con la definitiva acquisizione di identità latino-americana del Che Guevara, nei Diari della Motocicletta: e le immagini dell'estasi di Ernesto-Gael Garcia Bernal, nel film di Walter Salles, sono un altro colpo al cuore.

Un secolo fa, il 24 luglio 1911, dopo alcuni giorni di ricerche, il mitico e mitizzato, Hiram Bingham, lecturer dell'università di Yale, "scoprì" un sito che subito si ammantò di magico. E poco importa, oggi, se lo studioso subito elevato ad archetipo di archeologo avventuroso e un tantino avventuriero, con cappello a falda larga (un certo Indiana Jones è stato modellato sul personaggio che Bingham fu o seppe creare), commise (ad arte?) molti errori di attribuzione sul reale significato di quel gioiello collocato tra due vette, con un senso dell'equilibrio tra natura e manufatti che forse nessuno nella storia ha mai saputo eguagliare, a Nord come a Sud, a Est come a Ovest. Né troppo importa la certezza ormai acquisita che l'archeologo non abbia proprio... scoperto nulla.

Da tempo si sa, infatti, che la "città perduta" era nota non solo gli abitanti dell'area, ma anche Albert Giesecke, altro accademico americano, al tempo in forza all'universita di Cuzco, che indirizzò Bingham a Melchor Arteaga, l'agricoltore locale che lo condusse alle rovine. Più recentemente è tornato alla ribalta il ruolo di Agustin Lizarraga, un altro agricoltore, di Cuzco, che primo, 9 anni in anticipo rispetto a Bingham, raggiunse Machu Picchu, e fu anche il primo a cercare di rivelare le rovine, prima di morire annegando in un fiume nel 1912. Tra gli "scopritori", recentemente è stato citato anche un ignoto imprenditore tedesco, arrivato lassù intorno al 1870. Ormai è chiaro che la città in buona sostanza giaceva lì, inspiegabilmente (o forse no) lasciata sopravvivere dai Conquistadores che nel 16mo secolo rasero al suolo quasi tutto il resto della civiltà incaica, al cospetto di qualche avventuriero pieno che, di tanto in tanto, passava di lì e portava via qualche pezzo dell'immenso tesoro.

Ora, scoprire che Bingham era un abile ammaliatore di media nato un secolo prima di tanti illustri epigoni dei nostri giorni, o nella migliore delle ipotesi il primo dei visitatori forestieri di Machu Picchu ad avere anteposto la gloria alla pecunia, importa poco. E dunque, ben venga il centenario, con tutte le celebrazioni del caso, anche se queste avranno un numero ristretto di ospiti. Domani, infatti, Machu Picchu verrà chiusa al turismo di massa, e l'attesa festa sarà a numero più che chiuso: autorità e stampa accreditata. Il sito è perennemente a rischio di scivolamento a valle, e l'obiettivo dichiarato è quello di mantenere il numero totale di visitatori, anche nel giorno clou, entro la cifra di 2.500, il valore medio giornaliero.

 

(arturo cocchi / repubblica.it / puntodincontro)

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7 de julio de 2011. - Cien años de un gran objeto misterioso, enclavado en las montañas andinas. Machu Picchu, la ciudad "secreta" de los Incas, es hermosa, conmovedora, incluso viéndola sólo en fotografías. Representa el símbolo absoluto de la cultura prehispánica, tanto que —al verla— el Che Guevara sintió que adquiría definitivamente una identidad latinoamericana, como relata en sus "Diarios de motocicleta". Y las imágenes del éxtasis de Ernesto —interpretado por el mexicano Gael García Bernal en la película de Walter Salles— llegan al corazón.

Hace un siglo, 24 de julio de 1911, después de varios días de búsqueda, el mítico y mitificado Hiram Bingham, un profesor de la Universidad de Yale, "descubrió" un sitio que de inmediato fue envuelto en la magia. Y ya no importa ahora si el investigador —inmediatamente convertido en ejemplo de arqueólogo— con sombrero de ala ancha (el personaje de Indiana Jones se inspiró en el estereotipo creado por Bingham), cometió (¿a propósito?) muchos errores sobre el significado real de esa joya situada entre dos picos, con un sentido de equilibrio entre la naturaleza y los artefactos que tal vez nadie en la historia ha sido capaz de igualar, al norte y al sur, tanto en Oriente como en Occidente. Y tampoco nos importa ya demasiado estar prácticamente seguros que el famoso arqueólogo ...  realmente no haya descubierto nada.

Desde hace tiempo se sabe, en efecto, que la "ciudad perdida" era bien conocida no sólo por los habitantes de la zona, sino también por Albert Giesecke —otro académico norteamericano que trabajaba en esos días en la Universidad de Cuzco— y que envió a Bingham con Melchor Arteaga, el agricultor local que lo llevó a las ruinas. Más recientemente volvió a primer plano el papel de Agustín Lizárraga, otro agricultor de Cuzco que —por primera vez y nueve años antes de Bingham— alcanzó el Machu Picchu y fue el primero en tratar de revelar el origen y el propósito las ruinas, antes de su muerte por ahogamiento en un río en 1912. Entre los "descubridores", recientemente también se citó a un anónimo empresario alemán, quien llegó allí alrededor de 1870.

Ahora está claro que la ciudad, de forma inexplicable (o quizás no), había sido ignorada por los conquistadores españoles que en el siglo XVI arrasaron con la mayor parte del resto de la civilización Inca, y desde entonces se había convertido en meta de las visitas de algunos aventureros que, de vez en cuando, pasaban por ahí y se llevaban partes de su inmenso tesoro.

Ahora, el descubrir que Bingham era un hábil impostor de los medios de comunicación nacido un siglo antes de sus muchos distinguidos sucesores de nuestros días, o —en el mejor de los casos— el primer visitante extranjero del Machu Picchu que prefirió la gloria al dinero, ya tiene poca importancia.

Y entonces, bienvenido el centenario, con todas las celebraciones del caso, incluso si tienen un número limitado de invitados. Mañana, de hecho, Machu Picchu será cerrado al turismo de masas y la esperada fiesta estará limitada a la participación de autoridades y prensa acreditada. El sitio está constantemente en peligro de deslizamiento y el objetivo declarado es mantener el número total de visitantes, también en el día de su centenario, por debajo del límite de 2,500: el promedio diario.

 

(arturo cocchi / repubblica.it / puntodincontro)

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