ECONOMÍA Y FINANZAS
 

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5 de enero de 2020 - Hace treinta años había menos de una docena de muros fronterizos en el mundo. Hoy el número ha aumentado a más de 50. En una era que debería ser de apertura y colaboración, ¿por qué estas estructuras no sólo persisten, sino que incluso proliferan?

Según un estudio publicado por un investigador en ciencias políticas de la Universidad de Chicago, los muros fronterizos existen no sólo como manifestaciones de un sentimiento antiglobalista, sino como barreras con consecuencias económicas reales, algunas de las cuales pueden no ser intencionales.

«Los muros fronterizos son un símbolo de los movimientos de reacción contra la integración económica y la globalización», dice Paul Poast, profesor asociado que estudia la seguridad internacional utilizando rigurosos análisis cuantitativos. «Muchos sostienen que son estos movimientos los que han provocado el Brexit y la elección de Donald Trump».

«Según nuestro estudio, los muros producen consecuencias materiales, reduciendo, además de las actividades ilícitas, también el comercio legal». Publicado por International Organization —una revista académica trimestral fundada en 1947 que cubre el campo de las relaciones internacionales— el estudio más reciente de Poast fue producido en colaboración con el Doctor en Ciencias Políticas David Carter, de la Universidad de Washington en St. Louis. Utilizando modelos económicos, los dos investigadores examinaron cómo las paredes físicas reducen el comercio entre países vecinos, encontrando reducciones en las importaciones y exportaciones promedio que pueden alcanzar el 31 por ciento.

Investigaciones anteriores habían señalado previamente que, en la mayoría de los casos, un Estado más rico construye un muro para frenar o bloquear el flujo de bienes y personas provenientes de una nación vecina más pobre. Utilizando datos correspondientes al período 1800-2014, un estudio precedente de Poast y Carter había observado que las disparidades económicas entre dos Estados son un un factor de predicción más fuerte para la construcción de un muro que otros elementos, incluyendo el temor a un ataque.

Sobre la base de esa investigación, en su nuevo artículo analizan si los muros fronterizos realmente han impactado el comercio mundial o si las barreras han sido simples símbolos para satisfacer los intereses nacionales.

Los resultados indican que, aunque los gobiernos no construyen muros para evitar el comercio legal, la edificación de barreras físicas en efecto lo reduce. Esto puede suceder porque los muros no emergen de un vacío político: un país preocupado por la seguridad fronteriza también puede ser impulsado a aumentar las inspecciones en los puertos de entrada legales, una medida que afecta los tiempos y los costos de envío.

A veces los gobiernos erigen muros fronterizos a pesar de la existencia de estas posibilidades. En 1994, el presidente Clinton autorizó la construcción de una barrera de seguridad que se extiende más de cinco millas desde la costa del Océano Pacífico hacia el interior. Ese año, su administración publicó un informe reconociendo que la valla podía entrar en conflicto con «los esfuerzos para facilitar los movimientos a través de la frontera entre Estados Unidos y México en el marco del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)».

«Puede haber un valor simbólico asociado con los muros» —argumenta Poast— ya que permiten que un gobierno afirme su soberanía y demuestre al público que “ellos son los que mandan” y que “protegerán a los ciudadanos” de las amenazas a la seguridad o, más a menudo, de las amenazas económicas».

Poast y Carter también verificaron factores alternativos que podrían explicar la reducción del comercio, teniendo en cuenta las alianzas históricas, las rivalidades y las controversias entre Estados vecinos, así como sus respectivas formas de gobierno.

El estudio no mide la conveniencia de una reducción en el comercio, que podría ser el objetivo de algunos muros. Algunos líderes políticos son conscientes de los costos económicos, pero aún consideran apropiado construir barreras.

Poast espera investigar más a fondo si los muros fronterizos aumentan el potencial de un conflicto militarizado, a pesar de su aparente propósito como medida de seguridad. En tal caso, una explicación podría ser que una barrera física implica una falta de confianza en las iniciativas de cooperación, lo que socava el camino de las soluciones pacíficas.

«Debe quedar claro para el público estadounidense que, aunque la construcción del muro se ha asociado con las relaciones entre Estados Unidos y México y la retórica de Donald Trump, ambas son expresiones de un fenómeno global que ha evolucionado durante décadas», concluyó Poast.

(jack wang / phys.org / puntodincontro.mx / adaptación y traducción al español de massimo barzizza)

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