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2 de diciembre de 2013 - Trabajos más sofisticados y mayores salarios. Una receta simple que México ha perseguido sin éxito durante un par de décadas, pero que ahora está dando sus frutos. En el país que durante medio siglo ha proporcionado la mayor oleada de inmigrantes ilegales a los Estados Unidos, las cosas están cambiando. Aunque con altibajos, la segunda economía más grande de Latinoamérica (después de Brasil), ahora atrae una considerable inversión extranjera.

El “Tigre Azteca” está listo para rugir de nuevo. Para comprender la magnitud del cambio es útil observar lo que sucede en la frontera con la gran potencia del norte, aquellos Estados Unidos que desde siempre han sido la tierra prometida (amada y odiada) para los chicanos, como en términos despreciativos se les llamaba (hoy la palabra es políticamente incorrecta) a los campesinos mexicanos en California.

Las cifras son reveladoras. En 2012, cerca de 300 mil mexicanos entraron a Estados Unidos de manera ilegal. Una cantidad que sigue siendo importante pero que, sin embargo, es menos de la mitad en comparación con lo que ocurría hace una década (2000-2005). En aquél entonces, los mexicanos que atravesaban el Río Bravo, en busca de suerte y corriendo riesgos muy grandes (muerte, deportación, chantajes) eran entre 800 y 900 mil al año. Y para la gran mayoría el sueño americano terminaba en la cocina de un restaurante, en los andamios de un edificio o en la contratación de una banda vinculada al tráfico de drogas. Hoy en día (la cifra oficial es de 2010), la diferencia entre los que salen de México y los que entran es prácticamente cero.

Y no son sólo los mexicanos (jóvenes y mayores) que han decidido dejar de salir de su país, sino también muchos latinoamericanos (que vienen del “Cono Sur” y de Centroamérica) que llegaban aquí como una etapa obligada (la inmigración ilegal está en las manos de los cárteles mexicanos) en el difícil camino hacia los Estados Unidos. Porque México —a pesar de las dificultades— es hoy un país en crecimiento y lo será aún más en los próximos años. Un país con el mismo idioma, con cultura y religión similares, que ofrece a los latinoamericanos que buscan una vida mejor las mismas oportunidades (en algunos casos más) de lo que fue el sueño americano. Con la ventaja de que no te deportan de México, no se corre el riesgo de morir en el desierto, y no se es objeto de chantaje.

Decenas de compañías extranjeras están invirtiendo, grandes y nuevas naves industriales brotan como hongos a lo largo de las carreteras , en los barrios donde vive la clase media el auge de la vivienda es evidente, nuevas universidades ofrecen a los estudiantes cursos en ingeniería y biotecnología a precios ridículo en comparación con las universidades de los Estados Unidos. La industria del automóvil —desde hace tiempo uno de los sectores líderes de la economía mexicana— ha superado Detroit y hoy en el país hay más puestos de trabajo relacionados con la industria del automóvil de los que hay en todo el Medio Oeste de los Estados Unidos. Según el último informe de la Institución Brookings, desde el 2010 se han creado más de cien mil nuevos puestos de trabajo y todos los principales fabricantes (General Motors, Ford, Chrysler, Honda, Mazda, Nissan, Audi y Volkswagen) han anunciado planes de expansión para el próximo años, con inversiones por un valor de 10 mil millones de dólares. Nueva tierra prometida para las empresas multinacionales, incluyendo las italianas. Ferrero, en junio pasado, inauguró en San José Iturbide su primera fábrica en México.

Una inversión de 200 millones de dólares (cuatro líneas de producción para Kinder Sorpresa, Kinder Choco-late, Nutella y Kinder Delice) con una capacidad de producción anual de 35 mil toneladas, el 40% destinadas al mercado de los Estados Unidos y el restante 60 por ciento al mercado interno y al de Centroamérica. En México hoy en día los salarios son altamente competitivos para los inversionistas extranjeros, aproximadamente un 20 por ciento menos que en China.

En términos de porcentaje del valor de la producción (fuente: Bank of America) estos salarios son más bajos que en Indonesia, Filipinas, Tailandia, Hungría, Polonia y Brasil. El número total de empresas italianas que han invertido en el país es de aproximadamente mil cuatrocientos (fuente: Secretaría de Economía).

Se trata de una economía en la que no faltan los problemas. En un país que tiene dos grandes plagas (una corrupción histórica y, más recientemente, el creciente poder del crimen organizado y el tráfico de drogas) no es fácil completar las reformas estructurales que el presidente Enrique Peña Nieto prometió y que en su primer año de el gobierno fue capaz de lograr sólo en una pequeña parte.

En 2013, después de un segundo cuatrimestre con resultados negativos, la economía se ha reactivado. El desempleo se mantiene ligeramente por debajo del 5 por ciento, pero las cifras oficiales no toman plenamente en cuenta el fenómeno del trabajo informal, que en México involucra casi el 60 por ciento la economía nacional. Las expectativas para 2014 son mucho mejores y hace dos semanas los diputados mexicanos aprobaron (por amplia mayoría) el presupuesto para 2014 que establece los límites de gastos que se otorgarán a la administración federal durante el próximo año. Un dato significativo desde el punto de vista político, ya que muestra la voluntad (no sólo del gobierno) para continuar por el camino emprendido con la autorización de gastos (4.467 billones de pesos, equivalentes a 256 mil millones de euros) inusualmente altos.

Hay otras señales alentadoras. Se eleva la esperanza de vida en las grandes ciudades y de acuerdo con las encuestas de la OCDE hoy los mexicanos están satisfechos con su vida (en su país), con tasas similares a las de Islandia e Irlanda, superiores a las de los Estados Unidos. Para los analistas que siguen más de cerca los acontecimientos en México la única pregunta es cuánto, en su conjunto, México puede seguir creciendo y —siempre y cuando la corrupción y la delincuencia sean reducidos a niveles aceptables— cuántos años le faltan a México para entrar el exclusivo club de las naciones más desarrolladas del planeta.

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(alberto flores d'arcais / repubblica.it / puntodincontro.mx / adaptación y traducción al español de massimo barzizza)