19
de enero de 2016 -
No
hay duda que en algún momento debe haber pensado
tener todo listo para el viaje del Papa en
febrero. Y que el ilustre huésped, después de
visitar la Virgen de Guadalupe, hiciera uno de
esos saltos suyos fuera de programa y bendijera
las imágenes que ya le resultan conocidas por el
original. Pero no habrá sorpresas, y para ver
completa la réplica mexicana de la Capilla
Sixtina tendremos que seguir esperando. Miguel,
como Buonarroti, pero de apellido Macías,
calcula que todavía necesita tiempo para
terminarla, después de los 14 años que le ha
llevado llegar al punto en que hoy se encuentra.
Don
Miguel Francisco Macías levanta la cabeza y
evalúa el trabajo realizado. La cúpula es un
mundo de color y refleja un esfuerzo obstinado y
casi solitario. Afuera, en la Colonia Moctezuma
de la Ciudad de México donde se levanta el
templo del Perpetuo Socorro, el bullicio del
tráfico no hace sospechar lo que ocurre dentro
de la iglesia. La actividad es intensa. Don
Miguel Francisco Macías y sus ayudantes están
trabajando en el Juicio Final. El original
romano, el de Miguel Ángel, quedó grabado a
fuego en la mente del Miguel mexicano cuando
pudo contemplarlo un día del año 2000, el año
que comenzó un nuevo milenio y el Papa Juan
Pablo II celebró un Jubileo especial.
Miguel Macías.
El
semanario de la Arquidiócesis de Ciudad de
México Desde la Fe en su último número
cuenta la historia de Miguel Francisco Macías.
Trabajó como cocinero para pagar los estudios en
Diseño Gráfico que le permitieron vivir hasta su
jubilación, en el año 2000. En ese momento se le presentó una tan deseada
como inesperada oportunidad: viajar a Roma para
acompañar a un amigo arquitecto. Le regalaban la
mitad del pasaje y el resto pudo cubrirlo con
sus ahorros y vendiendo algunas cosas. Su
devoción de católico mexicano lo acompañó en la
peregrinación por la Ciudad Eterna: la basílica
vaticana, los museos, las tumbas de los papas,
la Sixtina. El impacto de la belleza y armonía
de la Capilla lo dejó embelesado y quedó grabado
en su mente. «El día que la visité», recuerda
con emoción, «me quedé contemplándola hasta que
los guardias me obligaron a abandonar la sala».
En medio del torbellino de sentimientos comienza
a tomar forma una comparación. «Me percaté de
que las dimensiones del techo eran semejantes a
las de mi parroquia, Nuestra Señora del Perpetuo
Socorro». Miguel Macías realizó allí mismo una
primera verificación. «Medí el ancho y el largo
dando pasos por entre la gente». Varias veces. Y
surgió una idea audaz, que quedó grabada hasta
que volvió a su país. Con las medidas escritas
en una hoja de papel, Macías repitió el
procedimiento de medir con pasos la iglesia de
su barrio. «Todo coincidía, salvo la altura,
porque la Capilla Sixtina tiene 20 metros de
alto, mientras la de aquí solo 10, pero hasta la
curvatura de la bóveda era similar». Nuevos
cálculos para comparar con las clásicas medidas
del Juicio Final: 630 metros cuadrados de
superficie, divididos en 14 módulos.
Miguel Macías descartó desde el principio la
posibilidad de pintar boca arriba como algunos
afirman que trabajó el pintor italiano.
Comprendió que su cuerpo no se lo permitiría.
Decidió pintar sobre lienzos, con la técnica del
acrílico, y colocarlos después en la cúpula como
si fueran piezas de un gran mosaico. «Ese
trabajo de colocación se hace sobre una
plataforma y el lienzo se eleva con un sistema
de ganchos y cuerdas» – una plataforma muy
parecida a la que usaba el genio del
renacimiento, en la que sube las telas
enrolladas para colocarlas. No han faltado
accidentes y contratiempos, caídas,
enfermedades, eventos que obligaron a suspender
el trabajo y atrasos en el plan previsto, pero
no lograron desalentarlo. En la lona que cubre
el trabajo del día, el Miguel Ángel mexicano ha
pegado un letrero: “No te rindas Miguelito”.
«Cuando se colocó el primer lienzo, en el año
2002, vino el cardenal Rivera Carrera a bendecir
la obra». En diferentes oportunidades a través
de los años, mientras nuevas piezas se iban
sumando para dar forma a la Sixtina mexicana, se
fueron sucediendo las visitas ilustres. De vez
en cuando los medios también hacen acto de
presencia para controlar los progresos de la
reproducción de la más universal obra de arte:
TV Azteca, Televisa, los canales Once, 22 y 40.
Las cámaras de CNN, Tele Mundo Miami y
periodistas de España, Inglaterra y Alemania
también centraron el foco hacia arriba e
hicieron innumerables preguntas al infatigable
artesano de la belleza.
El
sueño de Miguel Macías todavía no ha terminado y
seguirá después que haya pasado la visita del
Papa. Muy pronto cumplirá 70 años y espera poder
concluirlo antes de morir. «Si Dios me da
licencia, vida y salud, yo me encargo de lo
demás», dice aludiendo a los costos, que él
mismo afronta con la ayuda de amigos. Una señora
anciana –cuenta- le lleva 250 pesos mexicanos
cada vez que cobra su pensión. Pero la mente del
pintor no se aparta de la obra que ahora lo está
esperando: el Juicio Universal.
(alver
metalli /
lastampa.it / puntodincontro.mx / adaptación
y traducción al italiano de
massimo barzizza)
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