El italiano y el cine: entrevista a Marco Márica, director del IIC en la Ciudad de México.

 

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30 de octubre de 2017 - Nos reunimos hace unos días con el Director del Instituto Italiano de Cultura de la Ciudad de México, Dr. Marco Márica, al finalizar la edición 2017 de la Semana de la Lengua Italiana en el Mundo, para comentar algunos aspectos relacionados con el título que el Ministerio de Relaciones Exteriores quiso dar este año al evento: “El italiano en el cine”.

Dr. Márica, ¿Nos podría resumir cuáles fueron los principales eventos de esta edición de la Semana de la Lengua Italiana en la Ciudad de México?

Este año llegamos a la decimoséptima edición de [Semana], un acontecimiento que tiene lugar como siempre en muchos países y para el cual cada año se establece un tema específico que, en este caso, fue el italiano y el cine. Por lo tanto, pensamos en organizar eventos relacionados con estos dos ejes, que en esta ocasión fue bastante sencillo.

Para mencionar sólo algunos de los puntos, comenzamos el programa de la Ciudad de México con la película “Il giovane favoloso” —de Mario Martone con Elio Germano—, una de las pocas dedicadas a la vida de Giacomo Leopardi y que logra transmitir la poesía a través de la cinematografía. Durante la semana, Antonio Spanò, un joven director italiano, fue invitado por el Instituto —que le pagó el vuelo— a participar en el festival DocsDF con el mismo documental que proyectamos en nuestra Aula Magna.

Filippo La Porta, crítico literario y periodista, habló sobre el uso del italiano en las películas de Pier Paolo Pasolini, un tema muy interesante porque, como sabemos, Pasolini fue un innovador en el uso del lenguaje tanto en sus poemas como en sus novelas. Cito, por ejemplo, “Ragazzi di vita” con un uso extremadamente original del dialecto de Roma. Los conciertos para piano y trompeta de Mauro Maur y Françoise de Clossey, marido y mujer, quisieron ser un homenaje al cine del país de la bota y a su música.

Espero que los asistentes hayan podido comprender la importancia del vínculo que existe entre el italiano y el cine, dado que la pantalla grande, junto con la televisión, ha sido el principal vehículo para difundir nuestro lenguaje después de la guerra.

Hasta la época del fascismo, en las películas las conversaciones eran de estilo extremadamente literario, una forma de expresarse que, en realidad, no tenía una verdadera correspondencia con el lenguaje hablado diariamente por las personas.

Desde el neorrealismo en adelante, en cambio, los diálogos se han vuelto lingüísticamente reales, a veces dialécticos, pero siempre apegados al hablar cotidiano. Por esta razón, el séptimo arte ha sido, y todavía es, un medio poderoso para propagar el italiano actual.

Este aspecto debe ser enfatizado particularmente, ya que la nuestra es una lengua que tiene una historia muy peculiar, ya que existe, pero también coexiste con dialectos y con una versión sofisticada que se usa en contextos escritos.

¿Cree que el cine, además de ser un factor importante en la difusión del idioma en Italia, también puede ser explotado para divulgarlo en el extranjero?

Sí, por supuesto. Nosotros, en nuestro pequeño círculo, tratamos de hacerlo en el Instituto de Cultura proyectando películas en italiano con subtítulos.

El bilingüismo que existe en el país de la bota, donde los dialectos coexisten con el lenguaje estándar, a veces, sin embargo, causa problemas de comprensión entre los extranjeros.

Claro, esto es definitivamente un problema. El lenguaje, lo sabemos, es una entidad viviente que evoluciona constantemente —y por esta razón no creo que pueda calificarse como “estándar”— y difícil de encerrar en estructuras rígidas. Hay expresiones dialécticas que se convierten en “lenguaje” y —lo digo, aunque soy romano— muy a menudo estas son expresiones que provienen de la capital, precisamente porque los principales centros de producción están ahí.

Otras palabras, sin embargo, permanecen en el rango de dialecto, por lo que no se entienden. Una vez que ingresan al uso interregional común, estas expresiones son a menudo absorbidas por aquellos que estudian el italiano como lengua extranjera, pero esto es claramente un obstáculo para los hablantes no nativos.

Hay que decir, sin embargo, que muy a menudo en las propias películas italianas, cuando el dialecto es muy estrecho, se usa el subtítulo. Me viene a la mente, por ejemplo, la expresión romana “scialla”, que es una de las que se han difundido y todo el mundo entiende, que —al ser utilizada como título de una película exitosa— no fue subtitulada porque ya se ha convertido en parte del idioma italiano “superregional”.

Desde hace cuatro o cinco años, la Semana de la Lengua Italiana en el Mundo se combina con aspectos de Italia que se pueden distribuir comercialmente en el extranjero. ¿Sucedió también este año?

Sí, por supuesto. Es una forma de proporcionar contenido y una dirección a nosotros que estamos en el extranjero para llevar a cabo los eventos de la “Semana” con consistencia y coherencia. Claramente, también se aprovecha la ocasión para enfatizar aspectos de la cultura italiana que pueden tener aplicaciones de carácter comercial, turístico, etc. El año pasado, el lema fue “Italiano y Diseño” y fue evidente el vínculo con la promoción de una de nuestras excelencias.

La presencia del cine italiano en México y en el mundo no está a la altura de la de otros países europeos, como por ejemplo Francia. ¿A qué se debe?

El factor principal es la distribución, que es un negocio, por lo que no tiene como objetivo difundir la cultura, sino generar utilidades. En el caso de las películas estadounidenses, este aspecto comercial es poderosísimo y logra imponer las producciones de ese país en muchas naciones del mundo.

Este es un problema en Italia y en Europa, a tal punto que hay leyes de la UE que protegen la filmografía local. Fuera del viejo continente, nuestro cine tiene que competir con estos titánicos distribuidores de películas de EU.

En lo que respecta al cine francés, hay acuerdos promovidos por los transalpinos para llevar películas producidas en ese país a ciertas salas.

Es una acción muy proactiva que Francia lleva a cabo —y, debo decir, con más éxito que otros países— sobre la base de propuestas de paquetes, semanas o ciclos a través de los cuales logran penetrar diferentes mercados. Hay una gran voluntad y apoyo del Gobierno francés desde este punto de vista. Ni siquiera Alemania logra un nivel de coordinación similar.

A nosotros nos falta bastante en esto, no tenemos la capacidad de ingresar con la misma fuerza en el circuito comercial. Las películas que lo logran son las que han sido premiadas, como “La gran belleza”, por nombrar una, pero como acción dirigida comparable a la de Francia, ninguna otra nación europea ha podido lograr los mismos resultados.

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(massimo barzizza / puntodincontro.mx)