22 de diciembre
de 2013 -
Todos acuñamos
historias infantiles acerca de la llegada de
Papa Noel, este ser enigmático que todo lo
sabe y todo lo ve, “omnipresente” durante el
mes de diciembre, que durante la Nochebuena
—surcando cielos estrellados y al son de las
campanillas— repartirá millones de regalos
para los niños de todo el mundo viajando en
su trineo a la velocidad de la luz... Jo Jo
jo!
Cuando era niña, cada 8 de diciembre armaba
el arbolito con enorme dedicación y, aunque
confieso que me costaba mucho compatibilizar
los 30°C habituales de la época con decorar
“una conífera nevada” en el living de mi
casa, era una tarea que me llenaba de
adrenalina y entusiasmo, para no hablar de
cuando mi mamá terminaba de darle el toque
de gracia encendiendo sus rítmicas luces.
¡Qué alegría! ¡Mi corazón saltaba de
emoción! La casa ya tenía su pino y esto era
una clara señal que estamos en tiempos
Navideños. Y ya faltaba menos…
Esa misma tarde como era costumbre, una
pareja de ancianos llamados don Manuel y
doña Manuela (a los que quería como si
fuesen mis abuelos) pasaban por mí para que
también los ayudara con el armado del
arbolito. Allí la ceremonia era diferente:
el pino era pequeño y no había nada para
hacer más que colocarlo sobre una mesa
vestida con fina mantelería; pero lo
especial venía después, cuando doña Manuela
abría una caja donde año tras año guardaba
cuidadosamente las figuras del pesebre.
Al armarlo contaba la historia de la Sagrada
Familia con tanta devoción que las figuras
parecían cobrar vida; en mi mente aquellos
pastores con sus ovejas parecían moverse,
los bueyes ubicados entorno del precario
moisés abrigaban a un niño recién nacido y
tres señores llamados Los Reyes Magos
caminaban alineados con sus ofrendas guiados
por la estrella de Belén.
Esto era mucho más que un cuento mágico, y
todavía faltaba entrelazarlo con lo pagano
para darle otro shock de expectativa…
Al día siguiente don Manuel me ayudaba a
escribir la carta a Papá Noel porque yo
todavía no sabía hacerlo; apenas escribía mi
nombre con dificultad pero les aseguro que
este detalle no era impedimento frente a
toda la excitación que sentía. La carta
comenzaba con un “Estimado Papa Noel” en
clara señal del respeto que nos teníamos, y
era enviada al inconmensurable “Polo Norte”
aún cuando la escribía desde los mismísimos
confines del Polo Sur!
Allí quedaba inscripto mi deseo, y partíamos
juntos a la oficina de correo a despachar el
sobre…todavía puedo sentir el cosquilleo que
me causaba poner el sobre en el buzón, era
como soltar un deseo a la aventura pero
sabiendo que tendría final feliz.
A
partir de allí solo quedaba esperar. La
cuenta regresiva se hacía interminable, y
mucho más cuando había que portarse bien
porque sino Papa Noel “que todo lo sabe y
todo lo ve” iba a evaluar mi conducta,
aplicando su correctivo en el regalo
navideño!
Mas allá de los artilugios de los adultos
para apaciguar la conducta excitada de sus
hijos en la víspera de las fiestas: creo que
lo relevante es rescatar la importancia de
la ilusión. ¿Qué sería de nuestros niños sin
ilusiones de niños?
¿Qué sería de esos sueños sin espacio para
soñar?
Como adultos somos responsables de ayudar a
nuestros niños a tener una cuota de ilusión
y de magia; esto es sembrar una semilla en
cada corazón es darle tiempo para crecer,
para creer, para jugar, para tener una
espera “esperanzada”. Un niño con fantasía e
imaginación será un adulto con más capacidad
de adaptación a la realidad y con mayores
herramientas para resolver conflictos, con
mejores condiciones para crear proyectos a
lo largo de su vida.
Disfrutemos estas fiestas recordando la
ilusión de nuestra niñez, revivamos esa
magia a través de nuestros hijos, de
nuestros nietos, de otros niños que en sus
ojos transmiten la esperanza; hagamos un
stop un minuto en la carrera de nuestras
vidas para contarles un cuento, un cuento
mágico con final feliz; hagamos que nuestros
niños se sientan protagonistas, héroes,
transmitamos que “se puede”, que está en
cada uno de nosotros la posibilidad de
propagar esperanza.
Todos sabemos que al hacernos grandes el
final de diciembre se tiñe de emoción…
Para los que están o se sienten solos es
añorar una compañía; para los que
despidieron un ser querido es revivir
fuertemente su falta; para los que sufrieron
una separación es remover las heridas; para
los que tuvieron un traspié con la salud es
replantearse la vida; para los que
recibieron un bebé en la familia es renovar
la alegría, para los que se graduaron es
cerrar un ciclo, para los que mejoraron las
condiciones laborales salir a trabajar con
entusiasmo, y para los niños es un capítulo
de ilusión…
ADULTOS: tenemos mucha tarea. ¡Cuidemos la
ilusión de nuestros niños! ¡Sembremos
ilusión en las generaciones venideras!
Felices Fiestas y que sea realmente una
noche de paz y amor para todos.
_________________________
*
Alejandra Daguerre Nació en Buenos Aires,
donde vive y trabaja. Se graduó en
Psicología en 1990 en la Universidad del
Salvador de Ciudad de Buenos Aires
(Argentina). Trabajó en la Fundación
Argentina de Lucha contra el Mal de Chagas,
en el Departamento de Psicología y durante
tres años en el Ministerio del Trabajo y
Seguridad Social (entrevistas de
preselección, programas de reinserción
laboral y selección del personal).
Desde 1994 hasta 1999 se desempeñó en el
Departamento de Graduados de la Universidad
de Buenos Aires, en areas de RRHH y
Capacitación. De 2003 a 2009 trabajó en el
Instituto de Estética y Rehabilitación
Física "Fisiocorp", en el tratamiento
psicológico de pacientes con enfermedades
crónicas y en pacientes de rehabilitación
física a largo plazo. Desde 1991 trabaja por
cuenta propia en el campo de la psicología
clínica para adolescentes y adultos, con
métodos psicoanalíticos, y de arte-terapia.
**
Laura Barral, quien ilustra esta sección,
nació el 3 de Febrero de 1988. Es diseñadora
en Comunicación Visual de la Universidad
Nacional de La Plata en Argentina.
Actualmente es socio-propietaria del estudio
de diseño
Decote Design, donde realiza trabajos de
identidad corporativa, diseño de logotipo,
print, vinilos, corpóreos y diseño web. En
2010 se consagró como ganadora del concurso
de la cámara de comercio de la Ciudad de
Tornquist (provincia de Buenos Aires).
(alejandra
daguerre / puntodincontro.mx / adaptación
de massimo
barzizza
y traducción al italiano de
alejandra daguerre
y massimo
barzizza)
|