Amo el noruego, porque es una lengua
que utiliza pocas palabras extranjeras.
En noruego, incluso la televisión
(greco+latino)
se convierte en
“fjernsyn”…
que significa, precisamente, televisión.
Anónimo
22
de octubre de 2013 -
Es bien sabida la poca habilidad de los
franceses para pronunciar correctamente los
nombres extranjeros pero, aunque no todos
nuestros primos transalpinos están
conscientes de ello, hay un motivo válido que los
excusa de este lapsus sistemático: el
idioma francés no utiliza el acento tónico.
Es decir, acentúan todas las silabas. Al
hablar con ellos,
por lo tanto, se recibe la impresión de que
el acento siempre cae en la
última sílaba y, así, nos
parece que dicen “Berlusconí” o “Lettá”,
cuando realmente están pronunciando “Bér-lú-scó-ní”
y “Lét-tá”.
Sin embargo, hay poco de que reírse a sus
espaldas. Si hablamos de errores de
pronunciación de terminología extranjera,
a nosotros los italianos no
nos gana nadie. Por desgracia, muchos de nuestros
compatriotas ensalzan su discurso con
palabras extranjeras de las cuales,
evidentemente, no conocen ni el significado
ni la escritura.
A menudo se escuchan errores bastante
graciosos, además de la eterna
batalla-perdida de la pronunciación de la “u”
francesa de Bruxelles, menu, déjà-vu,
barbecue (también pronunciado, muy
creativamente, bárbecu, barbequiú, barbecú),
se escuchan (con
frecuencia en la tv) frases del tipo: «el
programa musical de esta noche va desde Bach
hasta Mahler ¡Un verdadero purpuri!». Este
último término (escrito como se
mal-pronuncia) es francés y significa,
literalmente, “plato-podrido”; en la cocina
quiere decir “estufado mixto de carne y
verduras” y fuera de la cocina,
metafóricamente significa “mezcla”, se
escribe correctamente “pot-pourri" y
se pronuncia popurí, no purpurí.
En casos como este, para evitar mal
entendidos o quedar mal, sería suficiente consultar previamente las indicaciones de un
diccionario lingüístico.
Siempre en el ámbito de la cocina
francesa, está sujeta a
increíbles... alteraciones fonéticas por
parte de muchos italianos, incluso la
palabra que describe aquellos
deliciosos copitos de hojaldre, con suave
relleno de distintos tipos, que muchos
llaman “volován” o “vulovón” o “vulván”. Se
llaman realmente “vol-au-vent” que
significa “volo en el viento”,
denominación que alude ciertamente a su
ligereza. La pronunciación de este nombre,
aun para quien no habla francés, no es nada
difícil volovón, con la o
abierta (una pronunciación entre a y
o) y muy nasal, y la n apenas articulada.
Muchas palabras de origen francés utilizadas
en Italia enfrentan un triste destino de
conversión a un intento de formato
anglosajón.
Por ejemplo, hoy en día —en muchos ámbitos
profesionales— tomar cursos de actualización
o periodos de prácticas profesionales es una
costumbre bien consolidada. Existe una
palabra francesa para este tipo de
iniciativas: “stage” y se pronuncia
stasg, con la g dulce como
en Génova. Pero muchos desconocen que se
trata de un término francés y lo pronuncian
como en inglés: “steig”. El
hecho es que en inglés tiene un significado
completamente diferente: quiere decir
“plataforma”, “escenario” o “etapa de nivel
de desarrollo”
Otro error de pronunciación que ocurre con
demasiada frecuencia es el caso de una
palabrilla francesa, que sirve para indicar
a ese papelillo plegable que generalmente
anuncia productos comerciales, destinos
turísticos, etc. Se llama “dépliant”
término que justamente significa “plegable”
y se pronuncia “deplión” y no “déplian” como
comúnmente solemos escuchar.
Pero tampoco en la pronunciación de las
palabras de origen alemán logramos ponernos
de acuerdo. Un buen ejemplo es la
palabra “hinterland”, que
literalmente significa “territorio que se
encuentra justo atrás” y que generalmente se
mal-pronuncia como si
fuese un intento de ingles, convirtiéndola
en
hinterlend.
Otro ejemplo similar es el caso de la
palabra “leitmotiv” (que debería
pronunciarse làitmotiiif)
y que literalmente quiere decir “motivo
conductor”, errónea y frecuentemente dicha
como làit mòtiv (pensando que tal vez
se escribe light motive)
Y es mayor el ridículo cuando nosotros
italianos transformamos también a
anglosajonas hasta los nombres alemanes,
por ejemplo el caso de Paul Klee, el gran
pintor nativo de Münchenbuchsee, en la Suiza
alemana, por lo que su nombre no debe ser
pronunciado Pol Clii como si fuese
inglés, sino exactamente como la grafía lo
indica: Pául Clee (con la e
larga y cerrada), aunque muy raramente se escucha de
esta forma.
Sería
absolutamente necesario explicar a algunos distinguidos
conductores del noticiero de la RAI que
también el
célebre fundador de la psicología analítica,
Carl Gustav Jung, al haber nacido en cantón suizo de Turgovia, debe ser llamado
Iùng y no
giang.
Otro error «al inglés» muy común en el
discurso italiano, es aquel de jamás decir
la e final que al contrario del
italiano, se pronuncia siempre en los
nombres alemanes; por tanto el célebre y
colosal banco de Frankfurt no es Dòitsc
Bànk sino Deutsche Bank con su
completa y sonorísima, teutónica e al
final de la palabra.
Pero, ¡ni siquiera sabemos pronunciar
correctamente el nombre de los automóviles
alemanes! así que olvidamos que los Mercedes
son fabricados en Alemania y a propósito
olvidamos pronunciar la c Alemana:
Merzédes, todos o casi todos en Italia
dicen “Merchedes”, la misma suerte corren los
autos Porsche: comúnmente los llaman
Porsc, tragándose la e final.
Por desgracia, aun siendo Italianos y por
excelencia hereditarios del latín, logramos
aplastar incluso esta lengua atávica con
bulliciosas palabras de origen pseudo
ingles.
Y sin duda el elogiable compromiso y la
invitación de los ambientalistas de respetar
a los animales en su propio ambiente. Que
lastima que para este objetivo usen la
palabra hábitats, porque éste término
latin no es un sustantivo sino un verbo y
por lo tanto, ¡es un disparate transformarlo
en plural escribiendo una s final como si
fuese inglés! De hecho, hábitat en
latín significa habita y no tiene
nada que ver con el sustantivo ambiente.
Entonces, está bien por ejemplo decir “el
cocodrilo habita (hábitat) en zonas
pantanosas” y es del todo erróneo decir “el
hábitat del cocodrilo son las zonas
pantanosas”.
No nos queda más que
reír (aunque tal vez deberíamos
indignarnos) cuando una agradable conductora
de televisión, para señalar la corrección de
los errores de cierto texto (en latín
errata
corige, es decir “corrige las cosas
equivocadas”), seriamente pronuncia errata
“corridge”. Quizá estaba pensando
en el británico porridge de la
mañana.
Para concluir una breve acotación a los
llamados mass media, el término nos
remonta al inglés que deriva justamente del
latín haciendo una mezcla descombinada.
Mass es de origen inglés y quiere decir
“masa” mientras que media es latín y
significa “medios”. Mass media
entonces es para medios (de comunicación) de
masa. Pero si se refiere a un solo de tantos
medios de comunicación de masa deberíamos
decir mass medium (neutro singular
latín), americanos e ingleses respetan esta
forma de hablar más que nosotros; su
pronunciación es mass médium o mass
midiam, en nuestro idioma esto suena muy
mal, entonces preferimos usar de manera más
simple la forma singular del Italiano:
“medio (de comunicación) de masa”. De todo
eso se infiere como italiano aun cuando es
un óptimo instrumento para expresarse, bien
utilizado, enriquecer el italiano de
palabras extranjeras significa potenciarlo.
Pero atención: cada instrumento potenciado,
reclama una mayor cautela al usarlo.
Como decían nuestros ancestros, «corruptio
optimi pessima», el mal uso de las cosas
mejoradas es lo más grave, aun más grave que
aquello de mediocre uso; de hecho es mejor
hablar un italiano simple el cual realmente
somos capaces de dominar, en lugar de buscar
rellenarlo con palabras extranjeras las
que, con frecuencia no conocemos ni la
grafía ni la pronunciación y al ser
italianizada ¡con frecuencia hace reír a
todos!
(claudio bosio / puntodincontro.mx
/ adaptación de massimo
barzizza y traducción al español de
celeste román)
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