30 de septiembre de 2014 - El Prosecco, el
vino espumoso italiano que en 2013 superó al
Champagne por número de botellas vendidas en
el mundo, debe su éxito —más allá de su
calidad universalmente reconocida— a un
precio mucho más bajo con respecto a su
competidor francés, que hace que el producto
sea más vendible, especialmente en épocas de
crisis económica.
Otro factor favorable es la velocidad de
producción de estas burbujas producidas en
las regiones del Veneto y el Friuli, que no
requiere de los tiempos largos del
Champagne, siendo suficientes sólo unos
meses entre la cosecha y la venta final.
Prosecco era, hasta 2009, además del nombre
del vino, también el de la uva, que podía
ser cultivada en cualquier parte del mundo.
Hace cinco años, sin embargo, fue otorgada
la certificación DOCG al área de origen que
comprende quince municipios del noreste de
Italia y el vino espumoso de esas tierras
fue reconocido con el título de “Superior”.
Hoy en día, por lo tanto, Prosecco se ha
convertido en el nombre de un territorio,
mientras que la uva es conocida como “Glera”.
De las provincias de Treviso, Belluno,
Padua, Vicenza, Venecia, Trieste, Udine,
Gorizia y Pordenone proviene el Prosecco DOC,
pero sólo enj las colinas de Conegliano
Valdobbiadene, donde se encuentran 5,000
hectáreas de viñedos de la zona histórica,
se produce el Prosecco Superior DOCG.
El Prosecco espumoso se elabora generalmente
utilizando el método Martinotti-Charmat, ya
que con el proceso Champenoise se tienden a
perder los aromas varietales resaltando los
de la levadura. Preferentemente debe ser
servido —en copas de vientre ancho para
mejorar sus características aromáticas— a
una temperatura de 6°C, para que a la hora
de tomarlo no supere los 8°C. Sus
características de finura, elegancia y aroma
se aprecian tomándolo como aperitivo, pero
también es un excelente vino de mesa,
especialmente con pescados y mariscos,
risotto y quesos frescos y delicados.
(massimo barzizza
/ puntodincontro.mx)
|