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21 de febrero de 2015 - Estoy preocupado, no lo puedo negar. Vivo desde hace mucho tiempo en México, lejos de mi país, y a lo largo de los años he podido constatar el aprecio que los ciudadanos de ésta y de otras naciones tienen por nuestra lengua, un idioma que admiran, que disfrutan y que en muchas ocasiones quieren aprender.

Pero, durante estos mismos años, también se ha hecho evidente un fenómeno que últimamente ha adquirido —en mi opinión— dimensiones alarmantes: la “extranjerización” del italiano: una especie de atentado colectivo —para el cual no es fácil encontrar explicaciones sencillas y evidentes— llevado a cabo por los mismos italianos —particularmente políticos, medios de comunicación y empresas— desde su tierra y en contra de su propia lengua.

Como subraya un artículo recientemente publicado por el periódico La Stampa de Turín, «¿Por qué tenemos que decir “form” si podemos utilizar el término “formulario”?, ¿Por qué hablar de “market share” si existe la expresión “participación de mercado” y de “jobs act” si nos referimos a una ley que regula las relaciones laborales?».

El tema no es nuevo, todos lo sabemos, y en Italia es un tópico particularmente sensible, dada la identificación ideológica que ha dejado entre la población del país de bota el esfuerzo llevado a cabo por el regimen fascista en la primera mitad del siglo XX para eliminar de tajo cualquier influencia extranjera en la lengua de Dante, utilizando estrategias y substituciones a veces francamente ridículas.

No se trata, hoy, de combatir batallas anacrónicas, ni de negar el hecho de que el desarrollo tecnológico y cultural de la humanidad ha introducido a nivel mundial palabras que sería absurdo e ineficiente intentar substituir, pero creo que sería igualmente insensato no llevar a cabo un esfuerzo para recuperar y defender una de las características más apreciadas de la cultura italiana en el mundo: nuestro idioma.

En este contexto, quiero resaltar dos iniciativas que en estos días abordan precisamente esta situación: la convención “La lengua italiana y las lenguas romances ante los anglicismos” y la petición #dilloinitaliano de la publicista Annamaria Testa.

La primera es una iniciativa que la Academia de la Crusca llevará a cabo en Florencia los días 23 y 24 de febrero —en colaboración con Coscienza Svizzera y la Sociedad Dante Alighieri de Roma— para «devolver a los italianos la plena confianza en su idioma en todos los usos, incluídos los científicos y comerciales, sin luchar batallas de retaguardia contra el Inglés y conscientes de que el léxico es elemento más sensible a los cambios e innovaciones en cada idioma».

La conferencia estudiará la difusión de los neologismos, y especialmente de los anglicismos, en referencia a la situación en otros países de lengua romance, analizando si la reacción de las diferentes lenguas ante la tendencia extranjerizante es similar, o si hay diferencias de país a país y de un idioma a otro.

La petición de Annamaria Testa —que ya ha recibido miles de adhesiones—, en cambio, es una invitación al «gobierno, a las administraciones públicas, a los medios de comunicación y a las empresas para hablar un poco más, por favor, en italiano». La conocida publicista de Milán argumenta que «muchas (y a menudo incomprensibles) palabras en inglés que hoy se repiten innecesariamente en los discursos, en los artículos y en las comunicaciones corporativas ... cuentan con términos equivalentes y efectivos en italiano. ¿Por qué no utilizarlos?».

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(massimo barzizza / puntodincontro.mx)