bullet

Leggi questo articolo in italiano.

 

15 de mayo de 2013 - Si bien es cierto, como afirma Nanni Moretti, que «las palabras son importantes», igualmente relevantes son los números, en este caso el número de personas que en el extranjero y también en Italia están estudiando italiano para fines comerciales o por elección personal .

Un reciente estudio llevado a cabo sobre una muestra de 1.000 estudiantes que han decidido comprobar su conocimiento de esta lengua por medio de un certificado reconocido por el Estado italiano, deja en claro la importancia del valor estadístico de las adiciones numéricas aplicadas a la enseñanza moderna del idioma.

Los encuestados tienen una edad promedio que, para el 41%, está entre los 20 y los 29 años, mientras que el resto se divide, para el 33%, entre los 30 y los 49 años, dejando un margen mínimo a los estudiantes de más de 50 años, que se encuentran entre el 2% y el 5%. Las mujeres interesadas en la certificación de sus conocimientos de la lengua de Dante son la mayoría absoluta, con un significativo 73%, lo que confirma un interés femenino cada vez mayor por una cultura más profunda y menos homogénea.

Los países más interesados —además de los europeos, que se mantienen en primer lugar con un 48%, que también incluye a la zona de los Balcanes y a Rusia— son América del Norte y del Sur, con un significativo 39%, así como el creciente universo de lo que una vez era llamado el Lejano Oriente, que se dispara hasta un 9%, abarcando un grupo de países que van de Uzbekistán a Kazajstán y de China a Japón.

Los resultados de este sorprendente interés por el estudio del italiano tiene orígenes que se remontan a las motivaciones del informe de Tullio De Mauro del año 2000 y al surgimiento de un estilo de vida italiano, investigado por la Sociedad Dante Alighieri en el informe Eurisko del año 2005.

Los componentes de este interés son hoy ampliamente conocidos: la moda, el diseño, la música, la ópera, el arte y el paisaje, la gastronomía y el aumento generalizado de las exportaciones de vino.

Por lo tanto, si bien las palabras son cruciales, también es cierto que se les debe dar un significado activo para que no se las lleve el viento. El poeta ruso Maldem'stain decía que los italianos usan la boca como un instrumento musical por la dulzura de los sonidos que emiten gracias a la armonía de tantas sílabas intercaladas entre algunas oportunas consonantes.

Italia es el país «donde el suena», escribió Dante en su Divina Comedia en un momento de clemencia hacia los políticos de la época. Unos 700 años después, este generoso juicio parece mantenerse esencialmente sin cambios, dado que los encuestados optan por estudiar el italiano para aprender música y ópera (9%), arquitectura (10%), literatura (16%), diseño (11%), restauración (4%), cocina (17% ), arte y tradiciones populares (8%), mientras que todos los demás están motivados por un simple, pero significativo, gusto personal.

Dejando de lado por un momento el mundo de la inmigración —que a partir de junio de 2010 (Decreto Maroni) debe demostrar obligatoriamente su conocimiento del nivel básico A2— todo lo demás es un crescendo, al más puro estilo de Rossini, hacia el estudio de una cultura que, milagrosamente, se las ingenia para seguir ofreciendo una imagen digna de Italia y difundiendo el Italiano como una herramienta valiosa para comunicarse.

 

ARTÍCULOS RELACIONADOS
bullet Los “italianismos” en la lengua española.

 

(alessandro masi / puntodincontro.mx / adaptación y traducción al español de massimo barzizza)