Tenochtitlán, 700 años: mito, memoria e identidad de una civilización eterna

Tenochtitlán, 700 anni dopo, tra mito, memoria e identità di una civiltà eterna / Immagini: Thomas Kole - bbc.com

13:13 hrs. - El 13 de agosto de 2025, México celebra un aniversario arraigado en la leyenda y que se extiende hasta los desafíos actuales: el 700 aniversario de la fundación de Tenochtitlán. Este evento profundamente simbólico evoca la esencia misma de la identidad mexicana, suspendida entre el mito, la resistencia y el renacimiento. Las celebraciones oficiales, promovidas por el gobierno de la Ciudad de México y numerosas instituciones culturales, buscan rendir homenaje no solo a la ciudad de los aztecas, sino también a las comunidades nativas que han preservado, transmitido y honrado la memoria de esta extraordinaria civilización.

De las siete cuevas a la ciudad en el lago: el mito fundacional

Cuenta la leyenda que el pueblo mexica, guiado por el dios Huitzilopochtli, partió de la mítica Aztlán —una isla mística cuyo nombre da origen al término azteca— en busca de la tierra prometida, un lugar sagrado señalado por una indicación divina. ¿Cuál? Un águila posada sobre un nopal devorando una serpiente. Este símbolo, que hoy en día se encuentra en el centro de la bandera mexicana, representa la culminación de una larga peregrinación.

Según códices antiguos como la Tira de la Peregrinación, los mexicas viajaron durante siglos por Mesoamérica, fundando y abandonando asentamientos, superando conflictos internos y el rechazo de otros pueblos, hasta llegar al valle lacustre de México. Fue en 1325, según el calendario nahua —el año 2 Casa (Ome Calli)— cuando los mexicas finalmente se asentaron en un islote del lago de Texcoco. Allí surgió Tenochtitlán, una ciudad en medio de las aguas, destinada a convertirse en el corazón palpitante del imperio mexica.

Una civilización entre la ingeniería y la cosmología

Tenochtitlán no fue solo una capital política. Fue una maravilla arquitectónica, construida sobre un terreno accidentado con una extraordinaria ingeniería hidráulica: chinampas (jardines flotantes), presas, acueductos, puentes levadizos y una densa red de canales que permitía la navegación con canoas y pequeñas embarcaciones. El cronista español Bernal Díaz del Castillo quedó profundamente impresionado: «Parecía una Venecia americana», con mercados, templos, palacios y plazas rebosantes de vida.

Pero la ciudad era más que solo materia. Era espíritu, visión, cosmología. Cada rincón reflejaba un orden sagrado del mundo, con conexiones simbólicas con los puntos cardinales y los elementos. Los sacerdotes mexicas —los teomamaques— interpretaban los sueños, los eclipses y los cometas como presagios, vinculando la historia terrenal con la influencia divina. Una conexión natural perfecta entre el cielo y la tierra.

La caída de Tenochtitlán: 13 de agosto de 1521

El 13 de agosto de 1521 marcó uno de los capítulos más dolorosos de la historia mesoamericana: la caída de Tenochtitlán. Tras largos meses de asedio, hambre, sed, peste y conflicto urbano, las tropas del conquistador Hernán Cortés, que habían llegado en 1519, acompañadas de miles de guerreros tlaxcaltecas y totonacas, entraron en las ruinas de la ciudad. El gobernante mexica Cuauhtémoc fue capturado mientras intentaba escapar en una canoa.

Los conquistadores destruyeron templos, quemaron edificios, impusieron una nueva religión y trajeron consigo enfermedades devastadoras.

La rapidez del colapso azteca, sin embargo, siempre ha suscitado interrogantes. La tecnología bélica europea, enfermedades desconocidas como la viruela y, sobre todo, las comunidades hastiadas de la hegemonía mexica, como los tlaxcaltecas, desempeñaron un papel crucial. La alianza entre Cortés y los pueblos conquistados transformó a un puñado de españoles en una auténtica máquina de guerra.

La civilización mexica fue definitivamente abrumada, pero no aniquilada. De las cenizas de Tenochtitlán nació una nueva entidad política y cultural, donde se entrelazaron las sangres indígena, europea y africana: lo que hoy conocemos como México.

Resistencia Indígena: 500 años jamás olvidados

En 2021, México también conmemoró 500 años de resistencia indígena. Esta importante decisión política y moral revoluciona la narrativa clásica de la conquista, reconociendo en cambio el papel y la resiliencia de las poblaciones originarias. El gran Moctezuma, los últimos defensores de Tlatelolco, los rebeldes que no se doblegaron: su memoria perdura, al igual que las lenguas, tradiciones y ceremonias que aún animan a las comunidades nahua, zapoteca, mixteca, maya y muchas otras.

Tenochtitlán hoy: patrimonio, identidad y futuro

2025 no solo es una oportunidad para recordar, sino también para mirar hacia adelante. La Ciudad de México ha creado una comisión cultural para el 700 aniversario, que promueve exposiciones, conferencias, rituales y un nuevo debate para la creación de un escudo de armas que refleje las raíces indígenas de la capital.

Al mismo tiempo, académicos como Arturo Montero y Miguel Pastrana destacan la importancia del simbolismo y la arqueología en la reconstrucción del pasado. El Teocalli de la Guerra Sagrada, fuentes como el Códice Boturini, el Códice Aubin y la Crónica Mexicáyotl narran la historia de un proceso mucho más complejo: no solo el nacimiento de una ciudad, sino la aspiración de un pueblo a convertirse en hegemónico, a transformar una isla lacustre en un imperio.

Un legado que habla al mundo

Tenochtitlán no solo forma parte de la historia mexicana. Es patrimonio de la humanidad, testimonio de una civilización capaz de fusionar tecnología, fe, arte y poder. En una época en la que la memoria histórica suele simplificarse u olvidarse, celebrar el 700 aniversario de su fundación significa redescubrir una raíz profunda, comprender el presente a través del pasado y revivir una visión de futuro donde la identidad y la diversidad puedan coexistir.

El pueblo mexica nos dejó rostro y corazón, como dice el poema clásico. Hoy, siete siglos después, ese corazón sigue latiendo en las calles de la Ciudad de México, en los símbolos patrios, en las luchas por el reconocimiento de los pueblos indígenas y en los sueños de quienes ven la historia como una fuerza viva. Recordar Tenochtitlán es un acto de memoria, orgullo y esperanza. Una ciudad fundada entre el cielo y el agua, que aún nos enseña a tender puentes entre el pasado y el futuro.

Guido Gargiulo – Imágenes: Thomas Kole – bbc.com

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