09:24 h - (quotedbusiness.com) Cuando la administración de Donald Trump comenzó a endurecer los aranceles a principios de año, muchos economistas predijeron un duro golpe para México, una economía altamente orientada a la exportación y profundamente integrada con Estados Unidos. El aumento de los gravamenes sobre automóviles, acero y aluminio parecía destinado a frenar la producción y el empleo. Sin embargo, el temido escenario no se materializó.

Según el Wall Street Journal, las exportaciones manufactureras mexicanas a Estados Unidos crecieron casi un 9% entre enero y noviembre, en comparación con el mismo período del año anterior, según datos del Instituto Nacionalde Geografía y Estadística. Este resultado es sorprendente, sobre todo considerando que se produce en un contexto de tensiones comerciales y aumento de las barreras arancelarias.

El sector automotor, uno de los más afectados por los aranceles, experimentó efectivamente una caída: las ventas de vehículos a Estados Unidos disminuyeron alrededor de un 6%. Sin embargo, esto fue más que compensado por el desempeño de otras ramas industriales. La electrónica, la maquinaria, los electrodomésticos y los componentes registraron un crecimiento de aproximadamente el 17%, impulsando a todo el ámbito manufacturero.

El "milagro mexicano" está impulsado por una tendencia estructural que va más allá de los aranceles: el nearshoring. Un número creciente de empresas estadounidenses y multinacionales están trasladando su producción de Asia a México para reducir los riesgos geopolíticos, acortar las cadenas de suministro y contener los costos logísticos. La proximidad geográfica con Estados Unidos, combinada con salarios competitivos y una base industrial desarrollada, convierte al país latinoamericano en una alternativa estratégica a China.

El T-MEC, el acuerdo comercial que sustituyó al TLCAN, también desempeña un papel decisivo. A pesar de las tensiones políticas, el tratado sigue garantizando la integración productiva, reglas de origen claras y flujos comerciales estables entre los tres países signatarios. Muchas empresas están eludiendo el impacto de los aranceles reorganizando sus cadenas de suministro dentro del perímetro norteamericano.

El resultado es paradójico: si bien la guerra comercial nació para proteger a la industria estadounidense, termina fortaleciendo el papel de México como centro regional de manufactura. Una nación que, en lugar de verse penalizada, consolida su posición como el principal socio comercial de Estados Unidos y un centro clave para las cadenas de valor norteamericanas.

Si las tensiones arancelarias persistieran en los próximos meses, la ventaja competitiva de México podría fortalecerse aún más. El país latinoamericano emerge así como el ganador silencioso de una guerra comercial que está redefiniendo, en lugar de ralentizar, la geografía de la industria global.

Foto: Etienne Laurent | AP