Las orfebrerías del Ponte Vecchio de Florencia: lujo e historia

Las orfebrerías del Ponte Vecchio de Florencia: lujo e historia

16:01 hrs. - «Hoy en día, por lujo entendemos generalmente una mano de obra hábil, preferentemente artesanal, que se opone con la singularidad de sus productos a la banalidad y homogeneidad de la fabricación industrial. El lujo en la actualidad es tal solo si es capaz de contar una historia, de hacer vivir una experiencia en el consumidor gracias a la explicación de la singularidad y exclusividad del artículo adquirido».

Italia es uno de los países más buscados del mundo para el “turismo de lujo” y la definición de este sustantivo reportada en el párrafo anterior, tomada de Il turismo del lusso e la ripresa dopo il Covid-19 de Valeria Mora, se adapta perfectamente a los artículos disponibles hoy en Florencia en las tiendas del Ponte Vecchio. Con sus escaparates relucientes y refinados, estos locales exhiben maestría y calidad artesana con joyas, diamantes, camafeos y micro mosaicos hechos a mano.

Hoy parece normal que uno de los símbolos de la capital toscana sea sede exclusivamente de tiendas de artículos suntuosos. Sin embargo, no siempre ha sido así: esta característica es en realidad el resultado de una decisión específica, destinada a “dignificar” uno de los sitios más antiguos e importantes de la ciudad.

En 1593 el entonces Gran Duque Fernando I de Médici —hijo de Cosme I y hermano de Francesco— emitió un decreto con el que desalojó a los artesanos y comerciantes que habían ocupado las tiendas del paso elevado hasta ese momento. Eran carniceros, herbolarios, pescaderos y otros comerciantes al por menor que se habían instalado allí desde 1345, año en que, tras la catastrófica inundación que lo había engullido, se había reconstruido el principal puente florentino sobre tres macizos arcos.

Seguramente por razones de decoro en una conexión tan importante para el tráfico de la ciudad —y quizás también porque estaban en condiciones de pagar impuestos más altos—, Fernando I decidió liberar aquellas tiendas, ubicadas en un contexto privilegiado, a favor de orfebres y plateros, con la prohibición de establecer actividades distintas del comercio de metales preciosos. Con su edicto de septiembre de 1593 el Gran Duque dispuso, de hecho, que el Ponte Vecchio fuera librado de todas las «artes viles» a más tardar el 2 de mayo de 1594, ya que el lugar era «muy popular entre los caballeros y los extranjeros».

Sin duda, fue una solución a largo plazo para una estructura que sigue siendo el destino de cientos de miles de visitantes al año y representa uno de los monumentos más famosos del mundo: aún hoy, de hecho —más de cuatro siglos después del decreto del Gran Duque—, las tradicionales Madielle (es decir, los aparadores con puertas de madera) brillan con el resplandor de los metales más preciosos.

Además de las explicaciones más plausibles del decreto granducal, también se han propuesto otras versiones, quizás menos creíbles, pero igualmente interesantes.

Una primera variante respecto al relato oficial del evento es que la presencia de los vendedores originales perturbaba, con los gritos de la multitud, el camino de ida y vuelta al trabajo de Fernando I, por lo que decidió instalar a lo largo del recorrido un mejor espectáculo para los ojos y para la tranquilidad. La explicación es poco probable, teniendo en cuenta que desde 1565 —a instancias de Cosme I— existía un corredor diseñado por Giorgio Vasari para permitir a los grandes duques moverse con seguridad desde su residencia privada en el Palacio Pitti hasta la sede del gobierno en el Palacio Vecchio. Esta extraordinaria ruta aérea de 760 metros de largo cruza el Arno pasando justo por encima de las tiendas del Puente.

Ponte Vecchio y el Corredor de Vasari

Otra variante se refiere a la situación higiénica creada por las actividades previamente presentes en el lugar y está ligada a esa motivación de “decoro” que parece ser la más creíble. Según algunas versiones la presencia de vendedores de carne y pescado no sólo originaba un fuerte mal olor, sino también contaminación de las aguas del río, en las que se descargaban los desechos, mientras que un arte noble como el comercio de bienes preciosos no generaba residuos.

Es importante señalar que los carniceros ya habían sido obligados en 1442 a trasladarse al Ponte Vecchio, con el fin de segregar su actividad —que generaba hedor y carroña— de las casas del centro de la ciudad. En la práctica, por tanto, el movimiento representó inicialmente una situación de “guetización” de este tipo de comercio, mientras que un siglo y medio después la zona escogida para albergarlo se había convertido en un punto considerado «de valor».

Poco más de cuatro siglos después del “Decreto de expulsión” de Fernando I, de la venta de víveres y alimentos varios preexistente hoy solo queda el recinto de forma triangular que se encuentra justo a la entrada del Ponte Vecchio, en el lado di quà d’Arno. Limitado por via de' Gerolami y el Lungarno Archibusieri, el espacio todavía lleva el nombre histórico que denotaba su función: Piazza del Pesce.

Los pescaderos fueron trasladados desde la citada plaza primero al Mercado Viejo —que estaba donde ahora se encuentra la Piazza della Repubblica— y, posteriormente, a la actual Piazza dei Ciompi, junto con la Loggia del Pesce que fue desmantelada para la ocasión y vuelta a ensamblar en la nueva ubicación. En cambio, la beccheria, es decir el conjunto de carnicerías, se trasladó al Mercado Viejo y permaneció allí hasta la remodelación del área en el siglo XIX, iniciativa que llevó la venta de alimentos al actual mercado de San Lorenzo.

Para más información sobre compras de lujo en Florencia, es posible consultar el sitio web específico de ENIT - Agencia Nacional de Turismo www.italia.it.

Piazza del Pesce desde la Volta de' Girolami

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