08:14 hrs. - Varón y joven es el identikit del consumidor más proclive a incluir insectos comestibles en su dieta. La noticia proviene de un estudio —centrado en las polillas de la harina— realizado entre febrero y marzo de 2022 y publicado en la revista Plos One en el que participaron las universidades de Pisa, Parma, Gante en Bélgica, Cornell en Estados Unidos y Nanjing en China. La investigación se realizó a través de una encuesta a una muestra de unas 3,000 personas ubicadas en cinco países diferentes (Bélgica, China, Italia, México y Estados Unidos) con diversos niveles de cultura gastronómica vinculada al consumo de insectos.

«Este es el primer estudio que compara varios países en diferentes continentes» —explica Simone Mancini, investigador del Departamento de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Pisa— «y estamos utilizando los datos recopilados para investigaciones y publicaciones aún en curso, un material muy útil para cualquier persona involucrada en la mercadotecnia de este sector».

Los resultados de la encuesta mostraron que el género es el principal factor que influye en el nivel de aceptación, con el mayor porcentaje de rechazo en Italia (alrededor del 85% de las mujeres y el 75% de los hombres) y el más bajo en países como México (alrededor del 46% de mujeres y 30% de hombres), donde la entomofagia es más aceptada culturalmente. En naciones donde la predisposición a incluir insectos en la dieta es más baja, es decir, Italia y Bélgica, la menor edad es un factor que predispone positivamente al consumo. Finalmente, considerando todos los países incluidos en la investigación, la aceptación de los insectos procesados, por ejemplo en harina, siempre resultó ser mayor con respecto a los enteros.

Tasso di accettazione/rifiuto

Fuente: Consumers’ acceptance toward whole and processed mealworms: A cross-country study in Belgium, China, Italy, Mexico, and the US

«La mayor propensión a consumir en el grupo de población de entre 18 y 41 años frente a los mayores de 42 podría explicarse por la curiosidad de los más jóvenes hacia las novedades gastronómicas y por una mayor sensibilidad hacia cuestiones relacionadas con la sostenibilidad alimentaria», afirma Mancini. «En general» —añade— «en lo que respecta a Italia, los resultados confirman parcialmente que los italianos están menos dispuestos a incluir estas variaciones en su dieta, pero también denota cómo otros países europeos y occidentales ya han superado estas barreras y están preparados para incursionar en el mercado».

En la Universidad de Pisa también participó en el estudio, junto con Simone Mancini, la profesora Roberta Moruzzo del Departamento de Ciencias Veterinarias.