16:45 hrs. – La viticultura tradicional se encuentra entre los métodos de cultivo que utilizan más pesticidas. La consecuencia es que los parásitos se vuelven cada vez más resistentes a estos productos químicos nocivos para la salud y el medio ambiente.
Para contrarrestar esta tendencia, la viticultura ecológica utiliza métodos alternativos con el objetivo de mejorar la calidad del suelo. De esta forma, se crea un equilibrio más ventajoso en el ecosistema del viñedo y se facilitan los mecanismos de defensa natural de las cepas.
El informe The world organic vineyard de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) —el organismo intergubernamental de carácter científico y técnico que reúne a 45 países miembros y una identidad territorial china como observador (Yantai)— describe la evolución de la viticultura ecológica entre 2005 y 2019.
Según la publicación, los viñedos orgánicos en el mundo ascienden actualmente a casi medio millón de hectáreas.
En 2019, en un total de 63 países en todos los continentes involucrados en la viticultura orgánica, se registró un área total certificada estimada en 454 mil hectáreas, equivalente al 6.2% del área total plantada mundial.
A la cabeza de este proceso se encuentran Italia, Francia y España, que juntos representan el 75% de los viñedos ecológicos del mundo. A nivel nacional, la mayor incidencia de viñedos ecológicos sobre el total se registra en Italia con el 15%, seguida de Francia (14%) y Austria (14%).
El único país no europeo que aparece en el top 10 de la viticultura orgánica es México, con un 8% de la superficie nacional dedicada a viñedos certificado como biológico.
«La tasa de conversión de los viñedos a la producción ecológica» —explica la OIV— «ha aumentado significativamente desde principios del siglo XXI. Durante todo el período analizado, la superficie de viñedos orgánicos certificados aumentó en un promedio 13% anual, mientras que el área de viñedos no orgánicos disminuyó en un promedio de 0.4% anual en el mismo período de tiempo».
Cabe destacar que, según los analistas de la OIV, detrás de este crecimiento del viñedo ecológico mundial, hay moviminetos significativos tanto en entrada como en salida, puesto que —concluyen en la OIV— «la conversión de un viñedo al cultivo biológico suele ser compleja y requiere una adaptación considerable. Fenómenos meteorológicos, así como problemas estructurales y organizativos pueden empujar a los productores a abandonar su certificación en producción orgánica, con la consecuente disminución local de las áreas sembradas con vides que utilizan estos métodos».