Visita del Embajador de Italia a la Comunidad de Sant'Egidio en México

Visita dell'Ambasciatore d'Italia alla Comunità di Sant'Egidio di Città del Messico

01:12 hrs. – La Comunidad de Sant'Egidio en México recibió la visita del Embajador de Italia, Luigi De Chiara, quien apreció el trabajo que realiza en el país esta asociación laica de inspiración cristiana católica, fundada por Andrea Riccardi en Roma en 1968.

«Ver tanta solidaridad y ayuda para la gente obligada a vivir en la calle en la Ciudad de México da esperanza y ¡calienta el corazón!», afirmó a través de Twitter la embajada.

Durante el recorrido, De Chiara intercambió saludos con representantes de los servicios dental, médico y de alfabetización para adultos. Presenció, además, la distribución de comida, en la que se reparten más de 1,000 cenas a la semana. El jefe de la diplomacia italiana en este país norteamericano conoció también a Gabriel, un anciano amigo autodidacta de la comunidad que habla 7 idiomas, entre ellos el italiano.

«Esto se mueve gracias a la voluntad, es un trabajo heróico en una ciudad donde es fácil ser indiferente» dijo el embajador entre cientos de pobres que acuden por comida y amistad, en búsqueda de amor, cariño y dignidad.

La visita de De Chiara es percibida por la Comunidad de San Egidio como una muestra de voluntad para iniciar en México el camino que lleve a la apertura de corredores humanitarios, como los que se han realizado bajo la coordinación de la sede central en Roma mediante un memorando de entendimiento con la Federación de Iglesias Evangélicas de Italia, la Mesa Valdense, la CEI-Caritas y el gobierno italiano para ayudar a más de 1,200 afganos que huyen de la guerra en su país de origen. En Europa los corredores apoyan de manera segura y legal a más de 5 mil migrantes provenientes de territorios arfectados por conflictos armados.

«No nos acostumbremos al dolor de la guerra» —comentó César Cárdenas, responsable en México de la Comunidad de Sant'Egidio— «no nos volvamos indiferentes al sufrimiento de quienes se ven obligados a dejar su lugar de origen, no nos habituemos al dolor de la pandemia, del hambre, de la enfermedad y de la muerte. ¡No nos acostumbremos al mal y al dolor de los pobres! Vivamos la audacia del Evangelio que nos empuja a construir un mundo mejor».

«Debemos buscar signos» —agregó Cárdenas— «que den esperanza de que este mundo puede cambiar. Debemos volver a encontrar a los demás, buscar interpretar la realidad de esta existencia compleja, como los pobres, el hermano y la hermana, quienes nos han enseñado que voltear a ver al prójimo es el inicio de un proceso que busca que no triunfe el individualismo sobre el bien común. No podemos conformarnos con repetir lo que hemos hecho siempre».

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