16:10 hrs. - Slow Food, la asociación del “caracolito”, fundada hace 36 años en Bra, en la provincia de Cuneo, Italia, y presente en todo el mundo, ha entrado en una nueva era.
Desde el pasado sábado se ha convertido en “Fundación de Participación”, una entidad jurídica que nace de la necesidad de contar con la administración y coordinación propias de los organismos públicos por un lado y la eficiencia y eficacia de las organizaciones privadas por otro.
Este cambio dio lugar a una nueva junta directiva, compuesta por un número de miembros que va desde un mínimo de 5 hasta un máximo de 13 y votada en el 8º congreso internacional celebrado en Pollenzo, en la Universidad de Ciencias Gastronómicas, los días 16 y 17 de julio. Edward Mukiibi, agrónomo y educador que vive y trabaja en Uganda, fue nombrado presidente.
En el equipo se encuentra la mexicana Dalí Nolasco Cruz, miembro de la población indígena nahua de Tlaola, Puebla, fundadora de la Red de Organizaciones de Mujeres Indígenas de Tlaola, Mopampa, Timo’Patla y Yoltik. Desde temprana edad, Dalí se comprometió dentro de su comunidad, en particular en la participación de grupos de mujeres indígenas. Primero se graduó en la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Puebla y luego en Pueblos Indígenas, Derechos Humanos y Cooperación Internacional en la Universidad Carlos III de Madrid. Dalí es miembro activo de Slow Food desde 2018. En 2016 se unió al comité asesor de la red Indígena Terra Madre para tratar temas que preocupan a los pueblos nativos a nivel internacional. En 2017 fue nombrada coordinadora de la red Indígena Terra Madre para América Latina y el Caribe. Dalí Nolasco Cruz tiene una larga experiencia en derechos humanos, feminismo y temas de género, así como en interculturalidad, nutrición y economía social, que ha compartido a través de procesos de formación en diversas organizaciones de mujeres indígenas.
Los otros consejeros son Marta Messa, directora de la oficina de Slow Food en Bruselas, Richard McCharty (Estados Unidos), Jorrit Kiewik (Países Bajos), Megmi Watanabe (Japón), Francesco Sottile (Italia) y Nina Wolff (Alemania).
Carlo Petrini, fundador de Slow Food y Terra Madre, la red mundial de comunidades alimentarias, seguirá siendo miembro de la junta con cargo vitalicio, a menos que renuncie. «Es un momento histórico», dijo en un discurso recibido con largos aplausos por el público de delegados. «Debemos implementar nuestro activismo» —añadió— «en todos los rincones del mundo y continuar impulsando nuestros elementos distintivos, la inteligencia afectiva y la anarquía austera. Si la política internacional no tiene la capacidad de comprometerse ante las crisis planetarias, debe hacerlo la humanidad».
La actividad de Slow food se basa en tres pilares: la defensa de la biodiversidad ligada a la alimentación, articulada en torno a la diversidad cultural, los saberes tradicionales y el papel del sentido de comunidad en beneficio del medio rural; la educación alimentaria y del gusto, basada en despertar y entrenar los sentidos y estudiar todos los aspectos de la alimentación, desde la tierra hasta el plato; la sensibilización de la opinión pública sobre temas que hoy han entrado en la agenda de muchos gobiernos y en las acciones de personas e instituciones en todo el mundo.
Carlo Petrini