Desde México el redescubrimiento de una Sonata de Vivaldi

Dal Messico la riscoperta di una Sonata vivaldiana / Immagine: Biblioteca nazionale austriaca, Vienna (A-Wn): E.M.55/1-13

13:09 hrs. - Reproducimos a continuación un artículo de Marco Beghelli publicado en el periódico mensual italiano de cultura e información musical giornaledellamusica.it en el que describe cómo Fabrizio Ammetto —uno de los musicólogos vivaldianos más activos y miembro de la Asociación de Investigadores Italianos en México (ARIM)— y su ex doctorando español Javier Lupiáñez, titulado de la Universidad de Guanajuato, identificaron un manuscrito que contiene una Sonata de Antonio Vivaldi, hasta ahora atribuida a otro compositor.

«Durante el verano pasado» —explicó Ammetto— «Javier me entregó la reproducción de un manuscrito del siglo XVIII conservado en Viena, debido a algunas dudas que le suscitaba una Sonata contenida en él, atribuida a Giuseppe Aldrovandini, compositor boloñés de finales del siglo XVII. Sin embargo, al observar juntos detenidamente esa música, detectamos —algunos él y otros yo— una serie de pasajes y elementos compositivos que nos dirigieron hacia lo que ahora creemos que es la atribución correcta de la Sonata: una composición seguramente de Vivaldi. Por ello presentamos nuestras intuiciones y razones estilísticas de apoyo al comité editorial del Instituto Italiano Antonio Vivaldi, que las respaldó sin titubeos. En el próximo número de la revista Studi vivaldiani se publicará un extenso artículo sobre este tema».

¿Cómo surgió la atribución errónea?

«El error proviene del copista que elaboró el manuscrito, copiando una colección mixta de 12 sonatas breves de la zona boloñesa publicadas unas décadas antes. En las últimas páginas, que quedaron vacías, copió posteriormente otra Sonata mucho más amplia y compleja, sin indicar el autor. El catálogo de la biblioteca vienesa que conserva ese manuscrito atribuyó mecánicamente la decimotercera Sonata a Aldrovandini, uno de los autores de las demás composiciones allí presentes, engañado por una serie de indicaciones y tachaduras parciales realizadas por el propio copista, que fácilmente condujeron al error».

¿Cuáles son los elementos que llevaron a la nueva atribución?

«Son múltiples, y de diferente naturaleza y peso. El más sorprendente, pero en cierto modo también el menos convincente, es el hecho de que el tercer movimiento comienza como una de las sonatas auténticas de Vivaldi que nos ha llegado incompleta: pero es sólo una primera pista, respaldada por el hecho de que Vivaldi se citaba a sí mismo a menudo. En toda la Sonata, además, se encuentran más ideas temáticas que concuerdan con otras piezas de Vivaldi. Sin embargo, algunos elementos compositivos característicos del Cura Rojo son aún más fuertes y convincentes al impulsarnos hacia la identificación. Por ejemplo, en una época en la que los compositores todavía tendían a escribir en la armadura de clave una alteración menos que las requeridas por la tonalidad de la composición, Vivaldi fue uno de los primeros en indicar los tres sostenidos para una obra en La mayor como ésta, una modalidad que el copista debe haber respetado ciegamente en su manuscrito. Aún más convincente es la presencia, en esta Sonata, de la típica estructura fraseológica ternaria utilizada por Vivaldi, es decir, que tiende a repetir las cosas tres veces (y no dos o cuatro, como solían hacer sus contemporáneos). Luego están las igualmente típicas reexposiciones acéfalas, es decir que cuando un pasaje regresa no siempre lo escuchamos reproducido desde el principio, sino que muchas veces reaparece sin la “cabeza” del tema, sin su primer compás. En definitiva, muchos elementos (y otros, técnicos y estilísticos, en los que no me extenderé aquí), todos insuficientes por sí solos, pero que en conjunto crean tal número de pistas que nos conducen con gran seguridad hacia Vivaldi».

¿Esta nueva atribución aporta algo a nuestro conocimiento sobre Vivaldi?

«La Sonata en La mayor resulta ser una de las más difíciles para violín y bajo continuo escritas por Vivaldi, técnicamente más parecida a las exigencias de un gran concierto solista que a una sonata de cámara. Podríamos llamarla una “Sonata tipo Concierto”, una tipología poco común, que el joven Vivaldi debió escribir para sí mismo como una tarjeta de presentación virtuosa, utilizable allí donde no había tenido la posibilidad de presentarse acompañado de una orquesta. De hecho, la composición podría situarse alrededor de 1710-12, un período en el que el artista todavía confiaba mucho en su potencial como intérprete, incluso más que como autor».

¿Cuál será su destino ahora?

«Ya le fue asignado un número oficial en el catálogo de Vivaldi (RV 829) y fue incluida por la editorial Ricordi en la serie que publica todas las composiciones de Vivaldi en una edición crítica. En estos días está siendo interpretada en sus primeras ejecuciones públicas: el 25 de enero en la radio española (Radio Clásica) con Javier Lupiáñez, el 27 de enero en Vicenza con Federico Guglielmo y finalmente el 2 de marzo en Venecia (en el Squero de la Fundación Cini, muy cerca del Instituto Vivaldi), nuevamente con Lupiáñez. Las características de esta sonata, como música de gran efecto, la convierten en candidata a convertirse en un caballo de batalla para los violinistas de la próxima generación».

Imagen: Biblioteca Nacional de Austria, Viena (A-Wn): E.M.55/1-13

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