08:41 hrs. - La aprobación tuvo lugar en el 43º Congreso Mundial del organismo que se llevó a cabo en México en Ensenada, Baja California, del 31 de octubre al 4 de noviembre.
La entidad, cuyo nombre oficial es Organización Internacional de la Viña y el Vino, es un «organismo intergubernamental de carácter científico y técnico con reconocida experiencia en el campo de la viña, el vino, las bebidas a base de vino, la uva de mesa, la uvas pasa y otros productos de la viticultura». Su objetivo es verificar y asesorar a las distintas figuras del sector vitivinícola, en particular en sus actividades normativas, que son objeto de una subcomisión de “métodos de análisis y evaluación de vinos”.
Ucrania fue miembro activo hasta 2008. Como firmante del documento fundacional del 3 de abril de 2001, el pasado 30 de septiembre el país solicitó la reincorporación, procedimiento que entró en vigor a partir del día 30 siguiente a la presentación de la solicitud de parte de esa nación.
Este país de Europa del Este cuenta con una superficie de viñas de 41,800 hectáreas, lo que lo convierte en la 31ª nación del mundo por extensión de viñedos, y en 2021 produjo 660 mil hectolitros de vino. La tasa de consumo creció ligeramente hasta el estallido de la guerra en 2022.
Como miembro de la OIV, Ucrania se beneficiará de la información, la cooperación y los servicios ofrecidos por una red de aproximadamente 1000 expertos. Esta red le permitirá intervenir en decisiones fundamentales relacionadas con la evolución del sector y expresar sus posiciones como el 49º tomador de resoluciones, junto —entre otros— con Italia y México. La cooperación entre las naciones participantes es un elemento clave para una mejor comunicación, una legislación eficaz, una colaboración transparente y un comercio rentable en el sector vitivinícola.
De regreso después de un paréntesis de dos años impuesto por la pandemia mundial, la gran plenaria que acaba de finalizar puso sobre la mesa varios desafíos urgentes, especialmente vinculados al cambio climático. El congreso también fue una oportunidad para evaluar las primeras estimaciones finales de la cosecha que acaba de finalizar.
Según los datos recopilados, se espera que la producción mundial de vino se mantenga estable en 2022 en unos 260 millones de hectolitros. Este será el cuarto año consecutivo en que la producción mundial estará ligeramente por debajo del promedio de 20 años. Sin embargo, en la UE se espera que la producción de vino alcance los 157 millones de hectolitros, registrando un incremento anual de 3.5 millones de hectolitros (+2%) respecto a 2021.
Resultan positivas las cifras de Italia, Francia y Alemania, que compensan las bajas cosechas esperadas en España y Grecia, especialmente afectadas por la ola de calor en verano. Las primeras previsiones de cosecha en Estados Unidos indican que el volumen de producción será ligeramente inferior al de 2021 en 23.1 millones de hectolitros, con una caída del 4%. Tras los récords del año pasado, los viñedos del hemisferio sur están produciendo volúmenes promedio, con la única excepción de Nueva Zelanda, gracias a las favorables condiciones climáticas que han ayudado a la región a alcanzar su mayor producción con 3.8 millones de hectolitros, un incremento del 44%. En conjunto, en 2022 la producción de vino del hemisferio sur deberá representar el 21% del total mundial, con 55 millones de hectolitros, un descenso del 7% respecto a 2021.
Por su parte, un reciente informe del Observatorio Europeo de la Sequía (European Drought Observatory, EDO) destaca que Europa se enfrentó este verano a la peor sequía en 500 años, con dos tercios del continente en un estado de alerta que redujo la navegación interna, la producción de electricidad y el rendimiento de algunos cultivos, con un claro déficit de humedad del suelo. La fuerte sequía de este año debe considerarse como una dura señal de alarma según Pau Roca, director general de la OIV. «El cambio climático es real y es, sin duda, uno de los desafíos más importantes de nuestra industria», dijo. «Las anomalías climáticas se han convertido en la nueva normalidad y probablemente deberíamos reconocer su ocurrencia regular en lugar de tratarlas como emergencias».