16:48 hrs. - «Durante la última década, los inversionistas han descuidado a México y América Latina, como lo demuestra el hecho de que la región representaba más del 20% del índice MSCI EM en 2010, frente a menos del 10% actual, mientras que el peso de México en el índice ha caído de más del 10% en 2002 a menos del 3% en la actualidad».
Lo escriben Christoffer Enemaerke y Phil Langham en un artículo publicado hoy en el noticiario de información económica y financiera Radiocor del Sole 24 Ore y relanzado por el sitio web oficial de la Bolsa de Milán, en el que añaden: «Dadas las perspectivas macroeconómicas y la calidad de las oportunidades de inversión, México podría tener un peso cada vez más significativo en los mercados emergentes en los próximos 5 a 10 años».
La nota hace referencia al fenómeno del nearshoring, la tendencia de las empresas internacionales a acercar la producción al mercado estadounidense como consecuencia de las tensiones geopolíticas entre China y Estados Unidos y otros factores vinculados a la reconfiguración de las cadenas de suministro después de la pandemia de Covid-2019. En este contexto, «las inversiones en México de empresas como Tesla, BMW y GM» —entre otras— «están en auge», se lee en el texto.
Recientemente, la participación de las importaciones mexicanas a Estados Unidos ha superado a la de China, convirtiendo al país latinoamericano en el principal socio comercial de Estados Unidos. Además de la obvia ventaja geográfica, los múltiples acuerdos de libre comercio de México con otros países alrededor del mundo y sus competitivos costos de producción son factores importantes a su favor.
«Una característica distintiva del mercado de valores mexicano es que está dominado por empresas familiares», comentan los dos analistas. «Aunque México alberga muchas franquicias sólidas, con oportunidades de crecimiento estructural y equipos directivos de alta calidad» —añaden— «históricamente, los intereses familiares y las estructuras de sus empresas matrices no siempre han sido favorables a los accionistas. Sin embargo, esta tendencia está cambiando. Grandes empresas como Alfa y FEMSA están simplificando sus estructuras administrativas, mejorando la transparencia y enfocándose en las fortalezas de sus negocios principales. Incluso algunas de las grandes compañías inmobiliarias del país han comenzado a considerar la posibilidad de reformar su organización, lo que sería una señal alentadora».
«México presenta» —continúan— «aspectos temáticos interesantes de largo plazo, en particular el consumo interno y la financiarización. En el ámbito del consumo, es notable ver cuán fuertes son algunas marcas estadounidenses. Coca-Cola, Starbucks y Walmart tienen una fuerte identidad en el país y muchas empresas mexicanas se benefician indirectamente de su fortaleza, como los proveedores de Coca-Cola, los operadores de restaurantes y Walmex, la filial de Walmart más exitosa fuera de Estados Unidos».
«La alta informalidad del mercado laboral se traduce en una bancarización muy baja. Como segunda economía más grande de América Latina, México puede tener el mayor potencial de crecimiento en servicios financieros en el mediano y largo plazo. Por ejemplo, la penetración de las tarjetas de crédito per cápita es la más baja entre los principales países del subcontinente, en una economía que todavía se basa en gran medida en el uso del efectivo».
«Estamos cada vez más convencidos de que México se encuentra en una trayectoria de inversión atractiva a largo plazo», resumen Enemaerke y Langham. «Además, a pesar de las perspectivas positivas, las valoraciones del mercado parecen bastante bajas en términos históricos. Existen riesgos a corto plazo, como un posible aumento de la interferencia política en los mercados antes de las elecciones, así como posibles efectos a cascada en caso de una recesión en Estados Unidos. Sin embargo, somos optimistas sobre el futuro de las empresas mexicanas», concluyen los dos analistas.
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